Fiel a su estilo, Vera Luque, mantiene intacta la presentación. Está seguro de sus posibilidades y prefiere que no le tire la ola. Hay un par de idas de tono, que se descubren precisamente por lo bien que suenan las voces de la agrupación.
Esa afinación queda perfectamente clara en los pasodobles, con ese toquecito de caja custodiando las subidas. El primero, a un compañero de sus travesías marítimas: el Vaporcito. Es “bien de Interés cultural, ¿de qué sirve el nombramiento si cuando llega el momento de la verdad nadie se acuerda?”. Quien quiera ver El Vaporcito, “que se vaya donde está olvidado para toda la vida”. Así custodian nuestro patrimonio los políticos, “los mismos que prometieron su restauración. Muy al tipo marítimo y, sobre todo, muy original, ya que en todo el COAC 2020 no se había oído ni una letra al Vaporcito. El segundo, “a un grupo de gigantes, héroes del Carnaval”, “Con las heridas abiertas y sin cicatrizar”. Son la comparsa de Juan Carlos y la chirigota de Manolo Santander. Nombran a los componentes de las dos agrupaciones (más, Meli y Palmi). “Sólo ellos cantaron con el puñal en el corazón”. En el remate, recordando que Juan Carlos y Manolo “hicieron historia en los carnavales” ponen al público en pie y sobrecoge.
Suena la caja y el breve diálogo entre Peñita y el Vera. Todos gritan “iiiiii” en cada inicio de cuplés que son bofetadas de mar y risa. Primera ola, con la guerra comercial el chino de su esquina no vende nada “va a tener que cerrar de tres y veinte a y media”. La segunda, a la cámara para ver si los niños duermen bien, los hay que se prolongan “y han llegado a ver primera pajita televisada”. En la música, Ruibal e Isable Pantoja, tienen mucho parecido; Ruibal con un Goya y ella, aunque parezca mentira, “no tiene premio”. De nuevo todo el Falla hace el “iiin”. Cuarta ola, a los que llaman a los de Uber y Glovo para todo; él llamó porque el mando en el sofá de al lado. Quinta ola, a Juego de Tronos. La rubia no se cae “con el tú sabes, haciendo ventosa”. Sexta ola, a Juego de Tronos,la rubia no se cae… no se han equivocado, “son tantos cuplés que nos los pisamos nosotros mismos”. Los mejores, para el final, como el surfista que en lo más alto de la ola se pone de pie sobre la tabla y se luce.
El popurrí, sin cambios, vuelve a funcionar. El público sabe dónde reírse y lo hace con precisión matemática.
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