Antonio Quintana y Ricardo Lores llevan más de 20 años creando escenografías para el Carnaval de Cádiz. Desde entonces, han puesto su creatividad y su empresa Ras Artesanos al servicio de las agrupaciones y de los autores, para dar vida a centenares de proyectos que han sido expuestos en el Gran Teatro Falla. Desde entonces, no ha habido mes de febrero sin dar vida a alguna nueva creación, por lo que éste es un año atípico y triste para estos empresarios, que siguen diversificando su negocio para hacer frente a la pandemia. Esta empresa y muchas otras que trabajaban en estas fechas para el Carnaval de Cádiz afrontan ahora unos meses de gran incertidumbre, sin ayudas de las administraciones, y con la esperanza de vencer al virus y también a la crisis económica que va a dejar el Covid-19.
-¿Cómo llevan los artesanos del Carnaval de Cádiz este parón provocado por el coronavirus?
-Pues con mucha tristeza, primero por la pandemia en sí, porque sabemos que hay mucha gente que lo está pasando mal y la salud siempre debe estar por encima de todo. Y evidentemente, con la suspensión del Carnaval también muy tristes porque después de 20 años como empresa y 25 desde que empezamos a diseñar para los autores y las agrupaciones, es el primer febrero que no hemos creado nada para el Carnaval de Cádiz.
-Y económicamente, ¿Qué le ha supuesto esto a Ras Artesanos?
Si nos ceñimos a la facturación de los últimos años, el Carnaval supone una parte de nuestros ingresos pero no vivimos en exclusiva de ello. Nos da algo de trabajo para cubrir los sueldos y el mantenimiento de las instalaciones en enero y febrero y también y lo más importante, es que nos da mucha difusión para que después vengan otros clientes. Es un reclamo.
“Nos ha salvado del cierre unas canaletas para el Golfo Pérsico”
-¿Habéis tenido que reinventaros con la pandemia?
-Afortunadamente, nosotros llevábamos reinventándonos muchos años. Hace siete años decidimos que había que dar un paso al lado porque no podíamos estar dependiendo al cien por cien de que un autor viniera o dejara de venir a encargarte una puesta en escena. Depender de las agrupaciones era arriesgado porque al principio sí es verdad que éramos muy pocos artesanos, por lo que tenías garantizado el trabajo, pero con los años fueron apareciendo empresas y artistas con otras ideas y optamos por meternos también en otro tipo de mercados. Adquirimos por ejemplo un control numérico de 60.000 euros y un láser de 30.000. Se pasó mal entonces porque éramos dos autónomos metiéndonos en una trampa de 90.000 euros. Pero era el momento de cerrar una puerta e intentar abrir otra.
-¿Y eso les ha permitido sobrevivir a un año de pandemia y sin Carnaval?
-Eso nos abrió puertas y nos permitió trabajar para marcas como Levi’s, Adidas o Reebok. Pero lo que realmente nos ha permitido sobrevivir durante los meses de pandemia fue una inversión que hicimos precisamente en el mes de marzo, comprando una dobladora de plástico. Teníamos mucho trabajo de materiales como plástico, PVC o metracrilato y decidimos que para conseguir mayor calidad y menos tiempo de trabajo, teníamos que comprar esta máquina. Pues bien, estando allí un cliente, la vio y nos pidió presupuesto para hacer unas canaletas. Esa prueba pasó el control de los ingenieros y nos encargaron cinco pedidos, entre abril y diciembre. Esas canaletas para una desaladora en el Golfo Pérsico nos ha salvado del cierre. En diciembre entregamos el último pedido. Esto, junto a encargos como los de la Universidad de Cádiz, que son un cliente importante, nos ha permitido seguir adelante y manternos abiertos.
-¿Habéis recibido algún tipo de ayuda de las administraciones locales y regionales?
-Ninguna. Para el sector artesanal no se han planteado ayudas a las que acogernos. Ni siquiera a nivel local, el Ayuntamiento de Cádiz nos ha dado la posibilidad de acogernos a algún tipo de ayuda. No me refiero a que te den un dinero porque sí, es que ni siquiera nos han dado la posibilidad de darnos un trabajo y poder dedicarnos a ello este tiempo y que nos lo paguen. Yo no soy político, pero no sé, está ahí el Museo del Carnaval, que está en camino. Se podrían haber sentado con los artesanos y plantearnos, por ejemplo, algo para su equipamiento. A uno una maqueta del Falla, a otro un tipo en concreto, unas vitrinas….No quiero que me den una ayuda económica, quiero hacer un trabajo que pueda repercutir en la ciudad de alguna manera.
-¿Cómo pensáis afrontar la situación de ahora en adelante, al menos mientras no se recupera la actividad en el sector de ocio, espectáculos, comercio, ocio o hostelería, que son vuestra principal clientela?
-Pues yo creo que ahora viene lo peor. Ahora sí que tenemos miedo porque la situación está mucho peor y con una incertidumbre muy grande, porque no se sabe cuándo se va a volver a la normalidad. Nosotros no podemos cerrar la nave porque tenemos que seguir pagando los gastos. Si no podemos completar los trabajos que tenemos con otros, habrá que plantearse un préstamo, ampliar la hipoteca…Ideas tenemos muchas.
-¿Están en peligro las empresas del sector?
-Estoy convencido de que sí, que algunas no sobrevivirán. Te aseguro que no pasa un día en el que no nos llegue un currículum de alguien que está parado. Está claro que si esto no mejora pronto y si no nos ayudan, vamos a pasarlo mal y lo mismo cuando hagan falta empresas de este tipo para el Carnaval, no las van a encontrar. Todo esto puede acabar con la mejor generación de artistas plásticos que ha dado Cádiz.
-¿Es la peor crisis que habéis vivido?
-Sin duda alguna que es la peor crisis que hemos vivido y lo que viene ahora es lo que nos da miedo. Y lo dice una empresa que lleva 20 años luchando por esto y venimos de la mejor facturación que ha tenido Ras, que fue en 2019. Pero claro, ¿quién pueda esperar todo esto?.