Enfados con la prensa

A estas alturas han salido pocas agrupaciones que quieran matar con una copla a algún comentarista

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Aestas alturas del Concurso han salido pocas agrupaciones que quieran matar con una copla a algún comentarista. Han salido pocos  despotricando porque cualquier periodista hubiera dicho que una determinada agrupación no le gusta, como me cuentan aquí que ocurre. Yo tenía ganas de escuchar alguna reacción de esas que me explican aquí algunos aficionados, que se dan cuando algún comentarista explica, con más o menos libertad, qué le ha parecido una determinada agrupación. Pero parece ser que, o me he perdido alguna letra de escuchar, o han recapacitado los autores y se han dado cuenta de que no merece la pena llegar al extremo de, por ejemplo, esperar un año y perder un tiempo precioso en el escenario para una protesta que lo que consigue la mayoría de las veces es dejar en ridículo, en primer lugar, al propio autor por protestar públicamente por algo por lo que no tiene razón de hacerlo, y en segundo, al grupo; o, por lo menos, a los que se hubieran incorporado a él ese año, que nada tienen que ver con el motivo de la queja.
Me cuentan, amigo Aldonzo, los aficionados que siguen el Concurso con asiduidad y pasión, que es un gran avance, porque eso significa que van a tratar, de aquí en adelante, con gente más normalita que entiende que la crítica es necesaria para el buen funcionamiento y para la propia evolución de las agrupaciones. Pretender que los que están para hacer comentarios sólo hagan elogios es una soberana tontería; porque pudiera ser que se consiguiera acallar las voces de los críticos; pero ¿y al público? ¿Quién le pone puertas al mar en esta cuestión? ¿Quién es capaz de conseguir acallar a un gallinero que, al menor síntoma de aburrimiento, lo rompe con su ceremonial de palmas con retintín y gritos de sana burla? Porque esto, amigo mío, es curioso de ver; el patio de butacas casi siempre aplaude; debe ser por que sus habitantes tienen a las agrupaciones tan cerca, que sienten apuro de que los cantantes les vean si aplaudir. El paraíso, sin embargo, es el que se encarga de sentenciar lo que es bueno y lo que no. Es el que, sin perder nunca los nervios y el buen humor, da la medida de la calidad de la agrupación; y dicen los que más entienden, que nunca se equivoca; y cuando alguna vez lo ha hecho, siempre es para arriba, esto es: regala premios quizá inmerecidos; pero hacia abajo, nunca: cuando el gallinero dice con su irónica actuación que algo no vale ná, ya se puede el autor pelear con la prensa universal, que lo suyo es malo.
Los autores quizá hayan recapacitado y habrán entendido que si esto se hace para el público, la prensa también es público; y si al público no le gusta, es de tonto cabrearse. Si esto va a seguir así, los aficionados dicen que es un gran avance y que el Carnaval en general lo va a agradecer. Lo extraordinario sería, me cuentan, que cundiera la idea, y, a la vista de los resultados, los juveniles, que lo copian todo, imitaran también esa sabia decisión. Y muchas madres que se dedican a dar las quejas a los comentaristas, invertirían ese tiempo en enseñar a sus hijos lo que no deberían hacer nunca.
Un abrazo, Aldonzo; hoy me despido contento porque veo que el Concurso toma derroteros más aceptables; y si los gaditanos son felices, yo lo soy. Salud.