
Algún día habrá que reconocerle a don Antonio Pedro Serrano, ‘El Canijo’ que, sin pretenderlo, como se consiguen los grandes logros, haya contagiado la pasión por el Carnaval a la provincia de Sevilla como casi nadie más ha hecho. Ni Antonio Burgos, César y Jorge Cadaval con sus pregones, habaneras, artículos, parodias y las toneladas de amigos que trajeron han logrado difundir el amor por las coplas al estilo gaditano con tanto acierto. Lo ha hecho desde la sencillez y la inocencia del que se limita a hacer lo que le gusta. Empezó como un chirigotero bienintencionado y ha terminado por aportar un estilo propio que trata de evolucionar, que aporta ideas, se compartan o no. De ahí que ayer la colonia sevillana en el Teatro Falla fuera mayor de lo habitual, encabezada por el periodista Dani Pinilla, avanzadilla de Fede Quintero y otros ilustres picaítos hispalenses, que culminará con la presencia en la final de Ramón Rodríguez Verdejo, ‘Monchi’ que, aunque isleño, es otro puente permanente, paralelo a la autopista. Buena parte de esos sevillanos (o gaditanos residentes en Sevilla) que han expandido la afición en la provincia hermana formaron el año pasado una chirigota que se recibió con un aprecio que se convirtió, demasiado pronto, en polémica. Simplemente era la evolución natural de una creciente afición sevillana que ayer recordó que su pilar principal es un hombre orondo como una pera al que llaman El Canijo.