El ritual es antiguo, pero conserva su fuerza. Las noches en las que el Jurado Oficial toma decisiones sobre las que siguen en el Concurso y las que ya no cantarán en el Falla siempre tienen un ambiente distinto. El teatro se queda como en reposo. Conserva público, pero más quieto, como si tuviera la mente en otra parte. En realidad, la tiene en otro momento, el que sucede a la última actuación. Ese momento del dictamen siempre crea una mezcla de nervios y morbo.
Anoche se produjo la primera vez de 2008. Habrá otra decisión el próximo lunes 28 (cuando se decidan las que siguen en semifinal) y el jueves 31 (cuando se diga el nombre de las tres finalistas, máximo, por modalidad). Desde las 23 horas de ayer, los bares del entorno del Gran Teatro Falla vivían más animación que cualquier espacio del primer teatro gaditano. Entrada la madrugada, los bares se fueron vaciando y los aficionados, o componentes de agrupaciones, se dejaban ver en grupos por la plaza Fragela. Los elementos comunes entre todos los presentes eran los auriculares y un cierto nivel de nervios. Pasadas las tres de la mañana, llegó la hora de la verdad. No hubo tantos vítores ni abrazos, tantas decepciones, como en el pase a una final. Apenas medio centenar de personas, algunas provistas de botellón. En esta primera criba, todos los favoritos pasan a la siguiente fase del certamen y sólo se vieron algunas muestras de alegría entre los miembros de grupos jóvenes que vivían la satisfacción de verse en su primera semifinal.
Las grandes noches de radio, rabia y lágrimas quedan para la próxima semana. Habrá dos, una más que en los años precedentes. Hay que preparar más pilas.
Anoche se produjo la primera vez de 2008. Habrá otra decisión el próximo lunes 28 (cuando se decidan las que siguen en semifinal) y el jueves 31 (cuando se diga el nombre de las tres finalistas, máximo, por modalidad). Desde las 23 horas de ayer, los bares del entorno del Gran Teatro Falla vivían más animación que cualquier espacio del primer teatro gaditano. Entrada la madrugada, los bares se fueron vaciando y los aficionados, o componentes de agrupaciones, se dejaban ver en grupos por la plaza Fragela. Los elementos comunes entre todos los presentes eran los auriculares y un cierto nivel de nervios. Pasadas las tres de la mañana, llegó la hora de la verdad. No hubo tantos vítores ni abrazos, tantas decepciones, como en el pase a una final. Apenas medio centenar de personas, algunas provistas de botellón. En esta primera criba, todos los favoritos pasan a la siguiente fase del certamen y sólo se vieron algunas muestras de alegría entre los miembros de grupos jóvenes que vivían la satisfacción de verse en su primera semifinal.
Las grandes noches de radio, rabia y lágrimas quedan para la próxima semana. Habrá dos, una más que en los años precedentes. Hay que preparar más pilas.