Cumpliendo carnavales en La esquinita te espero

Tras15 años Paco Rosado recuerda su comparsa El Bache, que gustó a los más nostálgicos por su sencillez

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Con permiso del pregonero, Antonio Martínez Ares, y sus Miserables, la auténtica revelación del concurso de 1993 fue El Bache. Tras cuatro años alejado del mundo de las chirigotas, Paco Rosado vuelve al Carnaval aunque en aquella ocasión lo hacía para la modalidad de comparsas. «Una tarde vino Luis Ripoll al bar Las coplas, que yo tenía por aquel entonces, y me comentó la idea de hacer una comparsa para nosotros, entre el grupo de amigos que nos reuníamos en la misma taberna. No buscamos gente, sólo tuvimos que hacernos con un guitarra y tardamos más de un mes en encontrarlo. El poder de convocatoria era flojo», recuerda entre risas Paco Rosado. De esta forma, Paco se quitaba la espinita de escribir para la modalidad, ya que como él dice siempre se ha sentido comparsista a pesar de ser autor de chirigotas memorables como Los cruzados mágicos que cambiaron la modalidad en la década de los 80.
La chispa y la originalidad de Paco Rosado se mezclaron con el buen gusto de Luis Ripoll y juntos parieron la comparsa El Bache, en la que reunieron a nombres históricos del Carnaval como Emilio Rosado, Antonio Fernández, Erasmo Ubera o José Castellón El Pellejo. La idea nació del ilustre dedócrata Marcos Zilberman «que una vez le comentó a Paco si se decidía a sacar un coro representará la celebración de una boda en un patio de vecinos de Cádiz durante la guerra civil, cuando el gobernador Eduardo Valera  prohibió el Carnaval». Finalmente, Paco retomó la idea pero la traslada a una comparsa en lugar de un coro, ya que se adaptaba mejor por el aire serio que se le quería imprimir, y a un bache, que  dará nombre a la comparsa.
Rememorando esas reuniones que tenían lugar en las tascas gaditanas entre un grupo de amigos chirigoteros que ensayaban para su agrupación para el Carnaval del año 1937 y reciben la noticia de la prohibición de la fiesta, entre copla y copla, «entre copita y copa», se escenificaba un pequeño teatrillo con los comentarios de los tertulianos. «Esos diálogos quisimos que tuvieran frescura, que no estuvieran demasiado ensayados para que no parecieran muy maquinales, por eso estaban totalmente improvisados para que tuvieran visos de realidad. Sólo se establecía el orden que iba a tener y el tema sobre el que iba a tratar. Al igual que cantar sentados que lo ensayamos días antes del concurso».
Con la máxima de la sencillez
El resultado fue una comparsa que brilló por su sencillez, musicalmente sin estridencias, y con la que gustaron a los más nostálgicos. Esa sencillez la explicaba muy bien José Castellón El Pellejo, que iba de camarero del bache y al que le pedían en el estribillo dos botellitas de vino blanco, en declaraciones a la prensa de la época. «No pensaba hacer nada este año pero Paco me ofreció ser parte de El Bache. Me gustó la idea y sobre todo el pasodoble que es musicalmente precioso y además enseguida se te queda. Dos veces que me lo cantó Paco y ya me lo aprendí».
Según Paco Rosado, la simplicidad encontraba su respuesta en la misma intención de la comparsa. «Si era una chirigota del año 37 no podía tener un grupo de artistas en cuanto a voces ni música, porque sino rompía con la idea que queríamos transmitir. Eran albañiles, mecánicos, obreros que cantaban coplas de Carnaval con el único afán de divertirse».
Al echar la vista atrás, Paco recuerda la complejidad de crear un popurrí ambiguo donde intentó reflejar una doble visión. Por un lado, los problemas de Cádiz del año 37 y por otro los del 93. Un esfuerzo que confiesa le costó muchos quebraderos de cabeza y en el que quedaba engarzada cada cuarteta tanto en música y letra con la siguiente. Más fácil le resultó hacer el pasodoble. «Habíamos quedado un martes y tenía que llevar la música y letra del pasodoble, pero se me olvidó por completo. Yendo para el ensayo, me acordé. Del trayecto de casa al bar la hice, la tarareé varias veces para que no se me olvidara y después le puse la letra». Así nació La luna vino a la fragua, homenaje a Camarón y que se ha quedado como uno de los pasodobles más recordados de la comparsa.
Sus compromisos profesionales con el bar Las Coplas hacía que muchas tardes no fuera al ensayo y que la comparsa se dirigiera de forma anárquica. «Iba poco al ensayo y además me turnaba con un compañero que cuando yo faltaba hacía de director. Aquellos era un desastre porque lo que yo había dicho el día anterior, él después lo cambiaba. Además se ensayaba muy poco. En el local nada más que había fútbol puesto», recuerda.
Más allá de los ensayos y de la penalización que sufrieron en la clasificatoria con el popurrí en el que se excedieron de tiempo, El Bache consiguió el segundo premio tras Los Miserables, los únicos que les vencieron en la puntuación final, y lograron quedarse en la memoria de los aficionados como una de las mejores comparsas de los últimos tiempos. «Nunca me he sentido fracasado con ese segundo premio porque todo el mundo estaba con Martínez Ares. Con Calabazas estuvo cerca pero ese año de 1993 el comentario generalizado era que ya le tocaba. Aunque a mí como espectador me gustaba más mi comparsa, como jurado le hubiera dado el primero a Los Miserables, pero el repertorio de cuplés de El Bache ya lo quisiera tener Los Miserables. Al público más vale no llevarle la contraria. Además si nos hubiésemos llevado el primero, la comparsa no estaría tan en el recuerdo como está».
Al igual que hiciera con Los cruzados mágicos demostraron que la calle es el escenario natural del Carnaval y pusieron de manifiesto que la comparsa podía ser tan callejera como la chirigota. «No nos dieron muchos premios en los concursos de las peñas porque llegábamos roncos a los tablaos».