
El Carnaval de Cádiz es un juego tan antiguo que, aunque las herramientas evolucionen, los sentimientos de los jugadores apenas cambian. Miguel Dávila, jubilado de Astilleros, fue tenor en grupos legendarios tras ser monaguillo en coros antes que fraile en comparsas. Así era la tradición de la época y tampoco ha variado tanto. Ha cantado piezas pensadas por leyendas como Eduardo Delgado, José Macías Retes, Pedro Romero y un jovencísimo Antonio Martín. Echa la vista atrás con melancolía pero también con racionalidad que le permite ver avances. Puesto a elegir un año, se queda con 1969.
-Salió por primera vez en 1964 y disfrutó del Concurso hasta los años 70 en una primera etapa ¿Qué año elige su memoria?
-Me quedo con ‘Los nuevos aristócratas’, en 1969. Era la segunda comparsa de Antonio Martín, creo, que era un chiquillo con mucho talento. Nosotros, en el grupo, teníamos todos entre 28 y treinta y tantos. Antoñito tenía 18. Pero aquella comparsa fue una maravilla. No ganamos, quedamos terceros.
-¿Y lo recuerda con tanto cariño?
-Es que fue muy emocionante, muy grande. Gustó muchísimo, pero aguantamos mucho una letra, aquella tan célebre de «no pueden acabarse las procesiones en Semana Santa…». La aguantamos demasiado, porque Paco Alba también aguantaba las mejores letras para el final y la reservamos demasiado. Al final, la gente que la esperaba se enfadó. Nos equivocamos en la estrategia.
-También hubo mala suerte con los rivales. Paco Alba, nada menos.
-Aquel año iba con ‘Los fabulistas’. En segundo lugar quedaron ‘Los blanco y negro’, también es una comparsa muy recordada. Fue un gran año, precioso, de ambientazo.
-Salió antes con otros autores legendarios. Y después de ese 1969.
-Empecé en el 64, con un coro de El Chimenea y Macías Retes. Luego estuve con Eduardo Delgado. Recuerdo con cariño ‘Los clones modernistas’, ‘El halcón y sus corsarios’. También tengo un gran recuerdo de ‘Fantasía brasileña’.
-¿Ha cambiado mucho el Carnaval? ¿A peor como suele pensar la gente de más edad?
-Creo que ha cambiado, pero no siempre a peor. Ahora hay muchos grupos con unos niveles de voces, de letras y músicas que no había entonces. Igual, si Paco Alba compitiera ahora y no hubiera evolucionado con los tiempos, ni pasaba de cuartos. Como otros grupos de entonces. Es que también ha cambiado la sociedad, la gente…
-¿En qué influyen esos cambios sociales en algo como el Carnaval y el Concurso?
-Ahora las parejas se organizan de otra forma, viven mejor. Antes te casabas pronto, empezabas a trabajar enseguida, la gente tenía menos juventud y era más difícil compaginar con el Carnaval. Ahora tienen más tiempo, más libertad, menos compromisos, más comprensión de los padres o las novias. Es una alegría por ellos. Yo, por ejemplo, enseguida tuve que elegir entre el trabajo en Astilleros y la comparsa. Lógicamente, tuve me quedé con mi trabajo.
-Pero la afición no desaparece
-Claro que no, nunca, pero la disfrutamos de otra forma. Años después montamos grupos de antologías, he salido con veteranos en los últimos carnavales. Pero ya es otro ritmo, otros horarios, otra edad. Se disfruta más tranquilamente. Pero nunca me ha dejado de gustar.