
Antepenúltima función de clasificatorias del concurso de agrupaciones del Gran Teatro Falla. Y el personal contando las horas hasta que llegue mañana domingo y Enrique Carrillo de Albornoz lea el primer veredicto del presente certamen. Los que se hartaron de contar las horas, que se le hicieron interminables, fueron los sufridos espectadores que acudieron anoche a la casa de los ladrillos coloraos. Entre tanta mediocridad general y, en algunos casos, insulto al decoro y a la dignidad del que paga, aparecieron los relojeros de Quiñones que, al menos, hicieron pasar al respetable una buena media hora con un repertorio a la altura del autor. Algo parecido se puede decir del coro que abrió la sesión, el del Lamas, que también dejó detalles de calidad. El resto, salvo excepciones aceptables, no debería impacientarse pensando en mañana.