«Estoy recogiendo el cariño de 40 años de esfuerzo»
«El Carnaval nació en la Viña; entras en el barrio y se habla con compás»
-Pregunta obligada, ¿a qué daría la vuelta en el Carnaval?
-A la organización, sobre todo con respecto al tema de las entradas. Ha habido gaditanos que han estado 48 horas en las colas para sacarse una localidad. Yo no puede estar ni cinco. Y todavía siguen existiendo los reventas.
-¿Y con quién se daría una vuelta este febrero?
-Con mi amigo Martínez Ares, por más que le moleste a algunos. No soy un oportunista, como me dijeron después de la copla del año pasado. Somos como dos jugadores de fútbol. Cuando éramos rivales directos, nos dábamos pataítas. Pero ahora nos sonreímos y tenemos una buena relación.
-Dese una vuelta por la historia. Ya son 40 años de Carnavales, ¿caben en 40 palabras?
-Son años de dudas, de ganas de retirarme, de dejarlo, de quitarle importancia, de sueños y besos robados, de tiempo quitado a mi mujer e hijos. Pero ahora el viento viene a favor y llega el reconocimiento a tanto esfuerzo.
-¿A qué le ha dado muchas vueltas últimamente?
-Al comentario de un aficionado cordobés. Se me acercó y me enseñó a su hija recién nacida. ¿Sabes cómo se llama? Rosario. Viene otra en camino. ¿Carmela?, pregunta mi hija. Sí, así se llamará. Se me cayeron dos lagrimones. Son los detalles que valen mucho más que cualquier premio.
-¿Qué ha cambiado desde su vuelta?
-Que antes tenía pelo y ahora no. El estilo de mi comparsa es el mismo, no lo voy a cambiar. Siempre he estado presente, aunque fuera en la clandestinidad. Y nunca olvidaré las palabras de una niña de 22 años, que cuando me retiré me dijo enfadada que no tenía ningún derecho a dejarles sin sus coplas, que son suyas. Y tiene razón. Las coplas lo son cuando la gente las canta. Y entonces a mí no me pertenecen.
-¿Cuál es la vuelta que más teme?
-La de la censura, aunque sea velada, que ha existido también en la democracia. Cuando Antonio Burgos escribía en el coro de la Viña, había muchas amenazas y sugerencias. Que no cantaran algunas cosas. Y eso es temible. Porque el Carnaval es la tribuna más libre que hay en el mundo.
-¿Por dónde no dejará de dar una vuelta este Carnaval?
-Por la Viña, con comparsa o sin ella, aunque me lo recriminen. Sin el barrio el Carnaval sería otra cosa bien distinta. Es el corazón que lo hace latir. Estoy convencido de que nació en La Viña porque entras y hay compás hablando. Menos mal que no se la tragó el maremoto.