-¿Cuántas vueltas le da al coco durante el año pensando en el Carnaval?
-Le doy bastantes, pero también Tino, que piensa mucho. La
 afinación la suele llevar el Carly, o el hijo del Alemania, que son los
 que entienden de música. Yo me involucro en otras facetas como el tipo
 o las letras.
-Vuelve con el antifaz de oro, ¿a quién habría que quitarle la careta?
-Habría que quitar tanta máscara y mentira que no tendríamos
 suficiente tiempo ni espacio. Pero sobre todo a esa gente que dice que
 el Concurso le importa tres pitos y después son los peores.
-¿Habrá vuelta con Martínez Ares, Aragón o Los Carapapa?
-Nunca mais. Con ninguno de los tres. A mí es que no me gusta salir con los dioses.
-Las vueltas que da el Carnaval, ¿qué ha cambiado desde que usted empezó, hace treinta años?
-Da muchas vueltas. Para mí está haciendo mucho daño internet. Es
 feo, repugnante, dañino, horroroso. Y detrás esos cobardes que escriben
 e insultan sin dar la cara. Pero también ha cambiado para bien en
 cuanto a la calidad y el número de buenas agrupaciones. La gente está
 más preparada.
-¿Que es lo bueno de dar tantas vueltas por Andalucía?
-El cariño de mucha gente que te idolatra, curioso porque yo no soy
 nadie, sólo un parao. Aquí no hay artistas ni nadie gana dinero con
 esto. Sólo soy alguien en febrero. A veces hasta es negativo. Un
 empresario me dijo una vez que no me daba el trabajo porque como mucha
 gente me conoce los empleados pensarían que me había enchufado.
-También las vueltas que ha dado su grupo. Ya sólo quedan tres (Carli, Mariano y él) pero sigue siendo el grupo de Subiela.
-Yo no entiendo por qué lo llaman así. No es mío ni de nadie. Yo
 cogí también el grupo de Tino cuando nadie los quería, y ahora todos
 disfrutan con Los mendas, son los más queridos. Pero antes también eran
 magníficos.
-¿A qué le daría la vuelta en el Carnaval?
-A tanto fanatismo. No me gusta esa gente que es de un autor, y no
 le gusta otra cosa. Antes, cuando salíamos con Martínez Ares, los
 aficionados venían a escucharnos y a ponernos peros, y eso que éramos
 los que más vendían. Ahora hay ocho o nueve comparsas muy buenas. A
 unas se les permiten unas cosas y a otras no
 
															 
					