
El día en que a ‘El Selu’ se le agote la imaginación, se le acaben los personajes, Cádiz y su Carnaval perderán el genuino sabor de una chirigota única. Pero mientras, hay que disfrutar del esteorotipo que presenta en cada edición al Concurso del Falla. Esta vez le toca cobrar vida a la suegra, a la que se exprime tanto en sus ademanes como en su enfrentamiento perenne con la nuera. Una idea aprovechada para plasmar su ingenio, especialmente en dos pasodobles de envergadura. El tropiezo en los cuplés rompía esa magia que crea cada espectáculo y deslució el final. Pero esta señora todavía tiene mucho que decir.
En una sesión anodina, la sensación más agradable venía de la mano de los jóvenes gaditanos ‘vigilantes’ para no traicionar la esencia de la comparsa. El autor de la música Sergio Molina se acordaba de su abuela María de la Yerbabuena, al año de su fallecimiento, y su grupo estuvo a la altura y con signos de seguir creciendo. Más irregulares se mostraban las sevillanas de ‘La pandilla del 93’ y los marbellíes de ‘Color Esperanza’. El coro de San Fernando ‘El puzzle’ sigue en su línea, con el sueño de pasar a cuartos, y la chirigota de Camas ‘Los gilipuertas’ trajeron las únicas risas antes de la llegada de la suegra.