Valoración: BUENA
La comparsa de Iván Romero fue la encargada de abrir la sesión del miércoles de preliminares. Y salen a escena con un tipo muy poco comparsista: el de operarios de obra. Desde el principio se que serán fieles a su estilo ‘cuaretoachirigotado‘ . No pueden trabajar, quieto todo el mundo, porque hay un sarcófago. Empiezan a cantar y están mecidos por un toquecito de guitarra en segundo plano te va marcando el ritmo y te llama a moverte. “Qué suerte la mía el haberme encontrado aquí un fenicio muy esaborío, lo que nos vamos a reír”. El fenicio, el propio Iván Romero. La comparsa desborda alegría, lejos del ambiente de Agencia Tributaria que tantas veces traen. “Cádiz, vamos a ponerte bonita”.
En los Interludios, Iván Romero se luce con su estilo cuartetero. Tiene tres mil años, pero se conserva gracias al crossfit. Primer pasodoble, metacarnavalero, hablando de su estilo. Se quejan de que su forma de cantar “no sirve para ganar”. La música, una delicia, en especial el remate cantado muy muy flojito. Enrique el Fenicio da paso al segundo pasodoble Cuenta los problemas del Carnaval fenicio, con los libretos escritos en piedra. Segundo pasodoble, palito a la afición por solo reconocer el mérito de los carnavaleros que se fueron. “Vivo no te dan la mano y muerto te idolatramos de gaditanas maneras”. “No guardarse los besitos para darlos en un tanatorio”, termina tras hacer un repaso por algunos grandes autores aún vivos y coleando. Para echarles un piropo desde el andamio.
Iván Romero se sabe gracioso y se luce antes de los cuplés, como un Yuyu en sus mejores días. Golpes como preguntar si hay un camino pintado de verde porque no hay para césped. Consigue que cale la frase de “Uno, joé”, cuando le preguntan. Primer cuplé a su tipo, tan completo que se les ve hasta la hucha. El segundo, más flojito, aunque simpático. Estribillo de los más aplaudido, gracioso y gamberrete, “No me digas que la comparsa no está trabajá”.
Llega el popurrí, en el que van a contar cómo es trabajar en una obra. Y desde el primero, ritmillo marcado por la caja y la guitarra, con unas letras a medio camino entre la comparsa y la chirigota, aunque sin dejar el tono reivindicativo. Bien cantado y suave. Una de cal chirigotera y una de arena de comparsa. Sólo que en este caso las dos paletadas son igual de buenas. Iván Romero se disfraza de jefe de obra cutre pero, un año más, demuestra que es uno de los mejores arquitectos del Carnaval. Y de los más quejicas.
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