En el número 23 de la calle Rosario, frente por frente
de la Santa Cueva, emerge savia nueva. Allí se ponen los cimientos del
que será un divertido rincón del Carnaval, una tienda que surge con la
simple intención de trasmitir alegría a la clientela. Serán 5.000
disfraces llenos de fantasía y de mucho contenido. Entre las paredes de
este establecimiento se podrá soñar en convertirse en lo que uno
quiere, porque el arquitecto Pepe Ángel González, su impulsor, asegura
que todo se podrá conseguir. Para ello cuenta con la colaboración de
Antonio Rodríguez, que se involucra así con la fiesta gaditana. Sin
embargo, no sólo serán las telas las que llenen el local.
También habrá imaginación, fantasía y medios para
inventar. Sus creadores quieren que El disfraz de Cádiz se convierta en
una tienda activa, que organice actividades y talleres para mostrar las
claves y secretos para construir un tipo con el que salir a la calle en
Carnaval y en las fiestas que el propio comerciante quiere comenzar a
instaurar por obligación.
Además, el comercio pondrá a disposición de su clientela
una oferta especial para poner de moda El disfraz del mamarracho. Para
ello, se colocarán varios baúles con prendas y atavíos carnavalescos
con los que los clientes podrán hacerse su propia vestimenta en
exclusiva. Este disfraz seguro que no se repetirá en la calle.
El arquitecto abrirá hoy las puertas de su local a las
ocho de la tarde con una fiesta de inauguración por todo lo alto, donde
se repartirán caramelos y otros artículos a todos los asistentes. Para
ello, los dependientes y los empresarios irán ataviados para la
ocasión. Durante la celebración también habrá una muestra de humor, con
la actuación del primer premio de romanceros de la pasada edición. Las
puertas del arte se abren de par en par. Cádiz tiene ya su disfraz.