La televisión acabará llegando pronto a nuestro Carnaval

 

La televisión pronto llegará,/ yo te cantaré/ y tú me verás», entonaba Lolita Garrido en los años 50, cuando Mr. Marshall y la leche en polvo, cuando el concordato con la Santa Sede y Franco agradeciendo los servicios prestados a los obispos del brazo en alto.

Por aquel entonces, los monitores se guardaban en muebles de madera, sólo los disfrutaban los ricos y la gente de Madrid. A Cádiz, sin UHF, la señal no llegó hasta 1964 y, por aquel entonces, en la caja tonta, como ahora reinaban los intocables. Los de Elliot Ness, claro. Y ‘El llanero solitario’, y los vieneses del sábado noche: Franz Johan y Gustavo Ré, o Herta Frankel con la perrita Marilyn, a quienes Rafael Marín y yo imaginábamos años más tarde como durmientes del Tercer Reich. La vieja vecina que me enseñó a leer creía, en tiempos en los que sólo había una cadena, que en cada televisor -como en la vida misma-ocurrían cosas diferentes.

A efectos de la tele, Cádiz era José María Pemán presentando cada capítulo de su serie ‘El Séneca’, buena parte de los cuales se han perdido porque por entonces se grababan los nuevos programas sobre las cintas antiguas. También El Carranza, de tarde en tarde. O los anuncios del Jerez, ya fuera con Orson Welles, con Roger Moore o con una piba rubia sobre un caballo blanco casi como el de Rocío Jurado el día que pregonó el Carnaval. O Peret cantando «Una lágrima cayó en la arena», en una especie de primitivo videoclip en las playas linenses de La Atunara, allá por el año en que cerraron la Verja.

A Juman le salió un serio competidor. Al hijo de Pericón, el veterano fotógrafo que consagró durante décadas el imaginario de Cádiz, le salió un serio competidor: era González, el cámara de Televisión Española que vivía en Marianista Cubillo y que captaba la vida cotidiana del Cádiz de la transición para aquellos minitelediarios andaluces que Telesur echaba antes de los de verdad.

La televisión pronto llegó sin embargo al Carnaval de Cádiz. En 1981, sin ir más lejos, apenas cuatro años después de recuperar la fiesta. El mismo año del 23-F y uno antes del cambio del 82. Pero, por entonces, sólo se retransmitían tres horas de la final. Y no faltaron ilustrados que opinaran que habría que subtitular sus emisiones para que a los gaditanos nos entendieran fuera de Cádiz. Como si eso fuera posible.

Aquellas tres horas eran como el programa ’59 segundos’. Cuando se cumplía el tiempo previsto, se apagaban los micrófonos y la imagen, así estuviesen cantando la comparsa ‘Los jinetes de la pampa de Barbate, en 1983. Al año siguiente, ‘Filo Andaluz’ tuvo más suerte y salió entera, pero hasta ahí pudimos ver. Igual ocurrió con ‘Los cargaores gaditanos’, en 1986. En la red, están colgados los videos de algunas agrupaciones que tuvieron más suerte, como ‘Las momias de güete pa guá los niños’, de 1986 o ‘Los combois da pejeta’ de 1988. Al año siguiente, nació Canal Sur. Y ya todo fue distinto. La pequeña pantalla se convirtió en un personaje más de la fiesta. O en un personajillo. Como el jurado mismo, el concejal de turno, el patrocinador del bombo, o cualquiera de los pobrecitos habladores que nos atrevemos a contar esa maravillosa fiesta que se escribe cada año con las calles como único plató y el ingenio popular como guión. ¿Acaso servimos para algo? Mejor, vamos a publicidad.