El Carnaval de Cádiz va a misa

 

Cierto es que la Iglesia Católica tiene una importancia meridiana en el nacimiento del Carnaval de Cádiz y en el de casi todos los carnavales habidos y por haber, salvo los de la antigua Roma, porque caían antes de Jesucristo. Don Carnal y doña Cuaresma se enfrentan año tras año como si fuera Antonio Martín, desde hace cuarenta, con el resto de los grandes comparsistas.

Otra cosa bien distinta es lo de las agrupaciones. Y es que a la Santa Madre, las coplas le han dado para ir pasando, desde que Manolo Santander llamara a las comuniones ‘El crimen del mes de mayo’, hasta la infalibilidad del Papa, su antipatía por los divorcios, por los preservativos o por la eutanasia, como ‘La niña de mis ojos’. El Vaticano, en el Falla o en la calle, solo ha ganado si acaso por puntos con lo del aborto. El Carnaval ha dejado que los niños se acerquen a la iglesia como el año pasado con el cuarteto infantil ‘Donde todos los domingos’, o ha recobrado mitos de todas las infancias, como ‘Los jesusitos de mi vida’ de hace unos años. El vicario general de la diócesis, Guillermo Domínguez Leonsegui, se mostraba ofendido y dolido en 2009 «por el ataque directo que los católicos estamos recibiendo con algunas letras del Carnaval». ¿Qué dirán en 2011 con el zurriagazo que le asesta ‘Allegro Molto Vivace’, verbi gratia, por no permitir que las mujeres celebren la eucaristía porque Dios era varón?

Hay una relación ambigua entre los carnavaleros y los capillitas. Quizá porque muchos de ellos son los mismos. El primer follón gordo fue el de ‘Los tontos del capirote’, en 1986, que terminaron dando título un jocoso libro de Paco Robles sobre la Pasión en Sevilla. Los chirigoteros calificaban a la Iglesia como «la mejor empresa del mundo, porque habían empezado en un pesebre y mira la que han montado». Por inspiración al parecer de Emilio Rosado, Javier Osuna se atrevió a parodiar a las hermandades la misma edición en que concursó una chirigota juvenil llamada ‘Los hermanos varilla’, pero que no iban de lo mismo sino de poceros. Gran bronca en el escenario y protección policial para sacar del teatro a los penitentes mientras la bronca inundaba el Falla, en parte por esta chirigota y en parte por el cajonazo a ‘Los cubatas’. Claro que allí estaría la comparsa de Barbate ‘Cargaores gaditanos’ para redimirnos a paso horquilla.

Por no hablar del affaire Antonio Martínez Ares: una letra contra la opulencia del Papa en su comparsa ‘Los miserables’, motivó una protesta formal de la Junta de Hermandades y Cofradías ante la Fundación del Carnaval y le valió la expulsión de la cofradía del Nazareno de Santa María: «Greñúo de mi alma, te quedas con los cristianos que no pecan nunca -le cantó al año siguiente-,/ los que te ponen precio y venden tu cara en una estampa,/ los que al llegar el viernes hincan el diente a nuestra culpa./ Dejo esta casa/ que los golpes de pecho/ no son mi religión». Años más tarde, El Libi rendiría homenaje a dicha controversia a bordo del cuarteto ‘Ha dicho el Santo Padre’, en el que salía disfrazado de Sumo Pontífice.

Similar suerte correría hace tres años tan solo Javier Bancalero, capataz del paso de María Santísima de las Lágrimas de la cofradía de la Columna, que fue destituido en sus funciones por la junta de gobierno de la misma, tras cantar un tango de ‘El mejor coro del mundo’, de Julio Pardo, en el que se criticaba el insólito traslado de la imagen titular, desde San Antonio a la Catedral, a la grupa de una furgoneta. Ite misa est.