Cantautores de pito en pecho en la plaza Mina

 

Hicieron bien los de El Perchero en rendirle homenaje a la canción de autor con su chirigota callejera ‘Esta noche toco’. Y chapó para ‘Los currelantes’ por haber recogido la murga de Carlos Cano que, en rigor, fue una de las primeras muestras de cómo el Carnaval influyó en los cantautores de los 70, con una sorna que todavía puede apreciarse en compositores e intérpretes como Javier Krahe, a quien tengo ganas de preguntarle, por cierto, si le siguen dejando fumar en los escenarios o ha sido otra víctima colateral de la última ley contra el consumo de tabaco en los espacios públicos.

Y bien hilada, desde el nombre, está la chirigota de Kike Remolino, ‘Los Juaquín Pamplina, cantautor de la plaza Mina’. El templete que hubo en aquella plaza fue uno de los enclaves en donde por primera vez actuó Sabina en la capital gaditana. Fue en 1979 y hasta aquí llegó el de la calle Melancolía con el Krahe de ‘La hoguera’ para actuar junto a Rosa y Chicho Sánchez Ferlosio, que por entonces vivía en la ciudad. De la mano de Jesús Fernández Palacios, de José Ramón Ripoll, Serafín Martínez, Begoña Lombardía y otros amigos, descubrieron las tripas del Carnaval y también que el Ayuntamiento mal pagador. Como no aflojaban las 50.000 pesetas del concierto, Chicho encontró una fórmula muy carnavalesca para presionar al consistorio. Así lo contó en la película documental ‘Mientras el cuerpo aguante’, que Fernando Trueba le dedicó en 1982: «Me puse un día a escribir y me salieron unas coplas contando la situación. Y me dije, hombre, se las voy a enseñar al tío que me recibe en el Ayuntamiento y que siempre me da largas, para ver lo que piensa. Y le dije: mire, yo en este tiempo, que no tengo nada que hacer, me he entretenido haciendo estas coplas. El tío las leyó y se quedó lívido.Y le dije, bueno, entonces volveré el lunes. Pero, en cuanto leyó las coplas, me adelantaron 10.000 pesetas. Unos días después se me ocurrió una musiquilla, y volví al Ayuntamiento. Otra vez me querían dar largas, pero le dije: las coplas tienen música (risas). Y me pagaron aquel mismo día». La canción pueden oírla en una versión que Amancio Prada dedicó al malogrado hijo anarquistón de Rafael Sánchez Mazas. Sabina, que llegó a tener casa en Zahara como Krahe y Kiko Veneno -otro secuaz carnavalesco-, tiene ahora un apartamento en Rota y sigue el repertorio carnavalesco como el repertorio carnavalesco le sigue ahí, ya sea en la partitura de ‘Las Geishas’ o en las de ‘Sálvese quien pueda’.

Claro que tampoco falta un CD de ‘Los Guatifó’ en el coche de Tito Alcedo. Y no sólo de los ecos del Carnaval viven El Barrio, Andy&Lucas, Kiko&Shara, Los Caños y tantos etcéteras de la misma o de distinta gama. De las agrupaciones, han surgido cantautores como Antonio Martínez Ares con un excelente único disco en solitario que ojalá tenga su continuación con los temas inéditos que ha seguido componiendo y en donde cabe encontrar ecos de Jorge Drexler, el cantautor uruguayo que muere con el Carnaval de Montevideo y con el de Cádiz al mismo tiempo, de la mano de Araca La Cana de su paisano Pelusa y de su versión gadita de Juan Carlos Aragón. A La Viña, Drexler llegó de la mano de Javier Ruibal, cantautor de pito en pecho que incluso fue pregonero hace dos años y que acaba de componer un himno trimilenario al centenario del Cádiz CF.

Pero no sólo de los cantautores de siempre -Serrat, Perales y los ya mentados- vive el repertorio carnavalesco de la Tácita. Sin ir más lejos, invito a sus oídos atentos a que identifiquen qué agrupaciones han colado melodías de jovencísimos cantautores como Juan Gómez Canca o los Anti-López; espejo clarísimo estos últimos del Carnaval aunque ignoro si del de Cádiz, a donde vienen con frecuencia al Pay-Pay, o del de Isla Cristina, porque son de Huelva.