Un contable al que le cuadran los coros una ‘barvariedad’

 

A Antonio Bayón le cuadran las cuentas para sacar no uno sino dos coros. Los números son su forma de vida y entre ellos se mueve desde por la mañana hasta por la noche. En su oficina de la empresa de mariscos Ángel González hace balances casi a diario, mientras que en su local de ensayo calcula las palabras justas para crear un nuevo tango. Es su pasión y su devoción. Por eso, forma parte de la Asociación del Coro de los Estudiantes, que se encarga de transmitir el patrimonio del tango a las nuevas generaciones. Fue precisamente esta idea la que le llevó ayer al Gran Teatro Falla después de haber plantado las raíces hace ya seis años. Fue entonces cuando comenzó a sacar un coro en la categoría de juveniles, que ayer, tras un duro camino y muchas horas de ensayo, debutó en adultos de la mano de ‘Teatro Barvariedades’.

Este nuevo coro adulto es ahora una combinación de jóvenes ilusionados con una decena de veteranos que han visto cumplido un sueño tras abandonar las filas del coro del fallecido Juan Antonio Lamas, donde esperaban la oportunidad que ayer se presentaba. Ahora, unos y otros forman un nuevo proyecto, con el deseo de que se mantenga durante muchos años.

«Después de doce años en esto, lo más gratificante han sido los ratitos con los niños, cuando tras cerrarse el telón se funden en abrazos para celebrar que todo ha salido bien», comentó Bayón, que además este año ha iniciado el camino de un nuevo coro juvenil, con parte del grupo que no ha subido a adultos. «Pasar a la categoría reina es una responsabilidad. De hecho, el primer día que comenzaron los ensayos de ‘Teatro Barvariedades’, les dije a los chavales que el Concurso ya no es Disneylandia. En juveniles se perdonan cosas que aquí ya no se comprenden. Y por eso, hemos trabajado con mucha exigencia».

El autor aseguró que la mayor recompensa que podría obtener este año es la de la satisfacción por haber hecho sobre el escenario lo que se ha ensayado en el local. Eso sí, está dispuesto a dar guerra y ser competencia de los grupos que compiten en la misma categoría. Y es que como bien dice Bayón: «Nadie va a una carrera para quedar el último».