Un bajantemoto

De nuevo la prensa viñera está a la vanguardia. Esta
vez es el Lubet Inglish Buletin, una revista que se edita para la
comunidad de habla inglesa de la calle Lubet, la que se ha atrevido a
publicar las averiguaciones del historiador japonés Yasuhiro Takanata,
conocido en el mundo universitario como el tiraopalante de Osaka por
sus osadas averiguaciones. Takanata es el mismo que publicó un trabajo
de investigación en el que negaba la existencia de Vicky el Vikingo y
otro en el que se muestra contrario a la denominación de atún de
Barbate afirmando que estos no existen y son tan solo peces espada
pacifistas, que se niegan a portar armas en la cara.

Yasuhiro
aprovechó unas obras de Ono en la calle de La Palma para arrancar un
trozo de sustrato del suelo. El japonés se hizo pasar por un arqueólogo
de la Junta de Andalucía y logró llevarse la arena en 25 bolsas de
Hipersol que cargó en un taxi, que todavía no ha devuelto. Ya en su
laboratorio de Osaka, Yasuhiro realizó sus investigaciones en constante
contacto con Perico El Nabo, un técnico en chapús y tuberías de aguas
mayores con oficinas en la calle Encarnación y que se ha encargado todo
este tiempo del trabajo de campo. Ahí está el primer fallo de Takanata
porque todo el mundo sabe que en La Viña no hay campo ni de furbo y la
única tierra que hay está en las macetas…y en los caracoles que ponen
algunos bares en Verano. (Toma pullita, Fransuá).

Tres
años después de haberse hecho con la arena Takanata ha publicado sus
conclusiones en las que niega que hubiera un maremoto, lo que podría
estropear un mogollón de pasodobles que deberían de volver a ser
escritos. La misma chirigota viñera de Las que salieron del bote
estaban ya en la jornada de ayer rehaciendo su repertorio para incluir
la rotura del bajante en caso de que vayan a la final. El problema que
tenían es que fontanero tiene difícil rima, según aseguraron a este
periódico Paco Cárdenas y Ramón Peñalver, los letristas del grupo. El
japonés tirao palante se pregunta como es que el cura que porta el
estandarte de la Virgen de la Palma y que aparece en las pinturas no
lleva los zapatos mojaos si dice que se metió hasta las rodillas para
parar las aguas. El investigador es muy cortante en este tema: «Ese no
se mojó ni el dobladillo de la sotana y en todo caso lo que hizo fue
decirle al monaguillo que se mojara él, que tolera mejó la humedad».

Otra
de las cuestiones que analiza el historiador es el color del agua «que
es amarrón y no verde ola. El amarrón ya sabemos que es propio de agua
de bajante y hay otro dato fundamental y es la alta presencia de cal en
los análisi, con lo que primero no utilizaban Calgón y segundo, el agua
provenía de lavadora automática y, en concreto, de un programa corto
especial para lavar camisas, concluyó. Es más si el agua hubiera venido
de La Caleta habría restos de champú porque como todo el mundo sabe era
costumbre lavarse la cabeza en esa playa en bajamar y luego todo el
barrio apestaba a burgaíllo».

Finalmente, otro
dato fundamental es que en el sustrato de arena no ha aparecido ninguna
espina de caballa caletera y, sin embargo, si aparecen varios pellejos
de perca del Nilo y un resto de plástico de un paquete de chícharos de
tamaño mediano de Frudesa. El historiador se pregunta en voz alta ¿son
la perca del nilo, probablemente empaná porque hay restos de pan rallao
fosilizado y los chícharos de Frudesa especies caleteras? ¿Si las aguas
vinieran de La Caleta no habría espinas de caballa, ojitos de
chapetones, patitas de cangrejo y huevecitas de erizo? Decía el japonés
como si fuera compositor de pasodobles.

El
historiador concluye, ante todas estas evidencias, que las inundaciones
habidas en la calle de La Palma en el año 1755 no se debieron a ninguna
ola desbocada sino a una gran bocada que le dieron a un bajante del
segundo piso del número 8 de la calle de La Palma. Al parecer el
bajante se rompió de cuajo y el agua se desparramó por las escaleras
como si fuera la antigua cascada del parque y en pocos minutos todo se
puso como la barriada de Loreto en la década de los 70. Takanata señala
que los hechos se agravaron porque «en el barrio de la Viña el agua cae
pabajo».

En cuanto a la presencia del estandarte
Takanata es concluyente: Lo que ocurría es que el cura estaba ensayando
para la procesión y como le cogió todo el jaleo se acercó para ver lo
que pasaba, pero vamos el tío no recogió ni un cubo de agua. Es más, me
contó el otro día uno que para en Casa Tino que dijo…bueno yo estoy
en el Carapapa, que es la hora del vaso de las ocho…Llamarme si hago
falta. Habemus Papa…pero con choco, dijo el gachó.