Qué no te engollipen
García, que lloró durante varias ocasiones en la
rueda de prensa porque se confesó consumidor habitual de bocadillos de
tortilla engollipante, dijo que la medida había sido dictada por la
ministra de Sanidad, Elena Salgado que es como la señorita Rotenmeyer
pero en dirigente mundial. García dijo «ma quitao el tabaco, ma quitao
la berza y ahora me quita la tortilla» mientras que el director del
hospital Puerta del Mar lo consolaba diciéndole que todavía no hay
directiva europea sobre los bisté empanao de los que, al parecer,
también es devoto el delegado.
Por lo visto la
ministra decidió actuar después de que el domingo por la noche
ingresaran en el Hospital Puerta del Mar tres jóvenes de la Ría de
Arosa afectados por un descoyuntamiento severo de mandíbula con
encajamiento profundo en la misma nariz y desplazamiento mezozoico de
ambas orejas a la altura del maculillo inferior.
Asimismo
en el parte médico se especifica que se les detecta obturamiento
profundo de esófago por masa de papa y huevo. Pronóstico, más que
reservado, engollipado. Los muchachos reconocieron que se habían
producido la lesión en la ostionada al intentar meterle mano, bueno más
que mano los dientes, a un bocadillo de tortilla de un grosor más
grande que el marcador que iban a poner en el Carranza.
Al
parecer el médico que los atendió en Urgencias remitió a Madrid un
informe en el que señalaba que los jóvenes tenían la cara «como el
Puente Carranza abierto» y que fue imposible cerrarle las mandíbulas
por presión manual. «Al final llamamos al de las sandías de Barbate.
Les dio un cabezazo y les cerró la boca a los tres a la vez».
El
martes por la mañana Salgado se trasladó en un helicóptero en vuelo
bajo en calorías hasta la base de La Parra de Jerez y en bicicleta se
plantó la tía en 10 minutos en Cádi y cogió a Hipólito García con una
rebaná de pan con aceite en la mano. ¿Esto que é? le dijo la ministra
enseñándole la foto de los tres gallegos con la cara de Puente Carranza
abierto. Uy, ahí veo yo una caries, dijo García para disimular. Pero la
ministra le montó allí mismo un pollo que con los chillios encogió ella
misma la capilla del Puerta del Mar.
A las dos
horas el SAS anunciaba que la brigada de la Policía Nacional a caballo
no abrirá este año la cabalgata ya que se dedicará a medir el grosor de
los bocadillos de tortilla por las calles de Cádiz. Los agentes
llevarán un grosolímetro y podrán incluso precintar las sartenes y las
fritás de papas. Asimismo señala el Ministerio de Sanidad que negarse a
cascarle un huevo a la policía puede ser considerado delito por
resistencia a la autoridad.
Ramón Sánchez
Heredia, el candidato del PA a la alcaldía de Cádiz, que como todo el
mundo sabe es de comé, ofreció ayer una rueda de prensa en la que acusó
a Sanidad de ser «más sosa que una tortilla vacía». Sánchez Heredia se
autoinculpó en el acto y se comió en riguroso directo una tortilla
mixta con chicharitos de metro y medio de grosor (record mundial en la
modalidad). Asimismo acusó a la ministra de «desconocer el carácter
estratégico de la tortilla engollipona en el Carnaval ya que esta tiene
como finalidad absorber el moscatel de Chiclana y evitar la caída
súbita por moscateliti* (término técnico. Ver nota inferior)».
Sánchez
Heredia mostró su disgusto por la idea de Sanidad de poner vallas en
las calles con el lema «Qué no te engollipen» y dijo que ya en Cádi
«estamos bien engollipao de vallas».
Antonio de
María, presidente de Horeca, mostró su preocupación por la que llamó
ley «antitortillón» y pidió que al menos se establezcan en los
establecimientos zonas de «tortillones» donde la gente se pueda
engollipar a gusto. El dirigente empresarial se mostró partidario de
una medida de consenso y «propondré a los bares en una circular que
hagan las tortillas con papas en vez de a cuadrito a rodajitas finitas
y así saldrán más planitas».
Por su parte la
alcaldesa de Cádiz, Teofoto Martínez, señaló «ay hijo yo de cosas de
comé no entiendo. Yo veo dos fotos mías y con el flá ya estoy alimentá.
Yo solamente quiero decir, con el Ayuntamiento de Cádiz, sí»
*
El Moscateliti chiclanensis o mal de Juanaco es un conocido síndrome
que se da en Cádiz los domingos de Carnaval por la tarde y que consiste
en la aparición en el individuo de una sonrisa más bien tonta que no se
quita ni aunque le enseñen una foto de Zaplana. El mal, en caso de no
tratarse en pocos minutos con dosis de tortilla engollipona o de menudo
semisólido, provoca desmayos o ataques súbitos de cariño hacia el
prójimo.