El mes sabático
Al final del partido, muy compungido, el presidente
 del Cádiz convocó al jurídico del club, el prestigioso Martín José
 García y le dijo que inmediatamente redactara un escrito dirigido a la
 Liga Profesional para que se suspenda la liga durante el Carnaval de
 Cádiz argumentando que la llegada de los festejos hace que los
 jugadores caigan presos del misterioso síndrome del «güiro» que hace
 que se les hielen las piernas al escuchar un pito de Carnaval. Muñoz
 dijo que al igual que al Atlético de Madrid le suspendieron un partido
 porque les dio un telele colectivo y que en el País Vasco se suspenden
 partidos por la nieve, aquí se podría suspender por fiesta y por
 inundación de campo con serpentinas. 
Martín José García dijo que su escrito tendrá «el
 éxito habitual del equipo jurídico del Cádiz. Ganamos hasta los
 reintegros de la lotería, como todo el mundo sabe» indicó el letrado al
 tiempo que anunció que su línea argumental se sustentará en tres patas:
 un informe médico, un informe psicológico y la tercera pata será una
 pata de jamón de 17 kilos que ya ha donado Isidoro Cárdeno, el de
 Cumbres Mayores, para que así el que reciba el informe esté «más
 receptivo» señaló.
Un equipo de médicos del hospital Puerta del Mar,
 comandados por el famoso doctor Yuyu, ha redactado un informe de
 400.000 páginas y dos diapositivas en el que resalta como a lo largo de
 la historia, cada vez que llega el Carnaval, los jugadores del Cádiz la
 cagan sin remedio. «Es ver la f de febrero en el calendario y a todos
 le entra una cosa que se les poné la pierna con el sello de Pescanova,
 como una merluza congelá, completamente tiesa».
El doctor Yuyu dijo que este síndrome no tiene nada
 que ver con que los jugadores se queden a escuchar las chirigotas por
 las noches ni nada por el estilo. Esto debe ser como la gripe aviar,
 pero en carnavalesco, un rayo paralizante invisible, incoloro, inodoro
 y como la salsa del pomodoro, recorre la ciudad y se les pega a los
 jugadores. Al terminar el partido me lo contaba Bezares: «Es que no
 podía dar ni un zurriagazo a la pelota, era como si el balón pesara más
 que el quimiquero que van a construir en Astilleros, y aunque me
 jartara de darle patá no se movía el hijo de la gran palabra
 irreproducible». A los jugadores le han hecho radiografías, análisis de
 orina, análisis de sangre y hasta le han analizado el hilo con el que
 están cosidos los escudos a las camisetas «pero nada, no hemos
 encontrado ningún bichito, porque además los jugadores del Cádiz son
 muy limpios», sentenció el médico. El informe psicológico lo ha hecho
 el propio jugador del Cádiz, Matías Nicolás Pavoni, que como se llama
 Matías Nicolás y es argentino pues da todo el pego de ser psicólogo.
 Pavoni señala en su informe «que en una impresión de superficie
 cutánea, en una lectura de los pies por el método de la piriñaca y en
 una visión endomórfica de los plieges del cerebelo no se aprecia
 ninguna malformación conjuntiva indiciaria de transtorno en el juego de
 cabeza, excepto en Medina que tiene cierta predisposición al
 manoplismo». 
Pavoni continúa diciendo que «sin embargo, en cuanto
 los jugadores escuchan un sonido pítico (un pito, vamos) sufren una
 alteración en el oído interno que hace que se paralicen y se queden más
 quietos que el Cristo de la Piedad en una procesión».
El psicólogo considera, por tanto, que los jugadores
 del Cádiz no pueden jugar durante el Carnaval por esta causa y solicita
 también que se investigue si este sindrome del güiro podría ser
 comparable al síndrome del «Amaribiribiri» que sufren los jugadores del
 Betis durante la feria de abril y que les hacen también encajar goles
 hasta a la sombra de los pinos. 
En su informe el jurídico del club destaca que estas
 pérdidas de la conciencia futbolística no se produce con otras fiestas
 como el Corpus o la Semana Santa, aunque dijo desconocer si había
 ocurrido algo con «las cruces de Mayo».
El Cádiz espera que la Federación haga caso a su
 escrito y suspenda los partidos en Carranza hasta que terminen las
 fiestas. En caso de que no sea así el equipo campeón propondrá que el
 árbitro señale las faltas en vez de con un pito con una pandereta para
 que así no perturbe a los jugadores. Asimismo pedirá a los aficionados
 que se abstengan de llevar pitos y otros aparatos sonantes al estadio y
 que el grito que está ahora de moda, el de alcohol, alcohol, alcohol,
 se sustituya por puchero, puchero, puchero, para que así los jugadores
 se sientan más calentitos.