«Nunca olvidaré cuando El Peña nos invitó para contarnos anécdotas»

 

Es uno de los cuarteteros más prestigiosos y premiados pero su mejor recuerdo del Concurso del Falla nada tiene que ver con galardones, con éxitos ni con cajonazos. El rato que conserva con más cariño en su memoria es una experiencia de aprendizaje, de reconocimiento y gratitud hacia algunos de los personajes más grandes que ha dado la fiesta. Sucedió cuando Ángel Gago preparaba con sus compañeros su primer gran cuarteto en la categoría de adultos. En aquel momento, hace 16 años, surgió la ocasión de ponerse en contacto con dos figuras irrepetibles de la modalidad, de estilos diferentes, de edades distintas, pero de carisma indiscutible. Ese encuentro, casi casual, es el tesoro que guarda Ángel Gago en su recuerdo.

-¿Con qué momento se queda de casi dos décadas de Carnaval y de Concurso?

-El recuerdo más bonito que tengo es del año 1996, cuando estábamos ensayando para llevar al Falla el cuarteto que se llamó ‘Aquellos maravillosos años’. Un amigo me dio el teléfono de dos ídolos carnavalescos para mí. Les llamé y aceptaron hablar con nosotros.

-¿De qué dos ídolos habla?

-El Peña y Emilio Gutiérrez Cruz, ‘El Libi’. Hablé con ellos de la posibilidad de hacerles un homenaje en el escenario, de que nos acompañaran un momento en la actuación para rendirles tributo y presentarles nuestros respeto por todo lo que habían hecho, por lo que nos habían dado.

-Todos los aficionados recuerdan que accedieron y facilitaron uno de los momentos más hermosos que ha dado el cuarteto en los últimos años.

-Ese momento fue maravilloso, pero lo que mucha gente no sabe es que lo más bonito sucedió antes.

-¿Cuándo?

-Semanas antes de aquella actuación, Bocuñano y yo subimos a casa del Peña y pasamos un rato maravilloso. Para nosotros fue lo más grande. Nos estuvo contando sus anécdotas con esa forma de hablar que sólo él tenía. Además del talento con el que lo contaba, era asombroso lo que había vivido. Estuvimos un rato grande y él nos enseñaba sus trofeos y sus placas. De cada una sacaba una historia, un recuerdo, nos hablaba de la gente con la que había salido, de autores, de actuaciones en Madrid… Fue un momento que nunca olvidaré. Luego, cuando se subió al escenario con nosotros, resultó que sería la última vez que pisó las tablas del Falla.

-Eso sucedió en el año 1996 ¿Qué momentos le ha regalado el Carnaval después?

-Me ha dado muchos. Por elegir uno más reciente, me quedo con el tema libre del año que íbamos de los Rolling. Fue aquel momento en el que el público levantó los móviles con las pantallas iluminadas, con todo el teatro cantando a coro. La verdad es que esa simbiosis no la había vivido hasta el momento. Fue tremendo, como cuando Santa Teresa tenía el extasis y levitaba. Pues algo parecido sentí yo en el Falla.