«Las monjas no veían bien que me llamaran Diosa; lo veían algo divino»
Con solo 17 años, Encarna Franco se convirtió por primera vez en 1980 en la Diosa del Carnaval de Cádiz, escribiendo así la primera página de una fiesta más liberal y democrática. Además, fue testigo directo del pregón del escritor gaditano Fernando Quiñones, que también quedó para la historia.
-¿Cómo fue su elección como primera Diosa de la historia?
-Pues se trataba de la primera elección popular tras la existencia de la Reina del Carnaval. El Ayuntamiento informó a los colegios, colectivos y asociaciones de la ciudad para que presentasen a sus candidatas y mis compañeras de clase de San Vicente de Paúl decidieron presentarme a mí. Ellas se encargaron de todo y presentaron hasta mi solicitud. Al final, el colegio tenía a tres candidatas y había que elegir a una, así que me eligieron a mí.
-¿Cómo sentó su nombramiento en el colegio de monjas donde estudiaba?
-Las monjas estaban incómodas y no veían bien que me llamaran Diosa; les sonaba un poco divino y la verdad es que no había un gran entusiasmo. Pero yo no tenía la culpa, ellas aceptaron las normas ante el Ayuntamiento, así que dos semanas después del Carnaval terminaron haciendo una fiesta en el colegio para reconciliarse conmigo.
-Supongo que sería una amante del Carnaval por entonces…
-Qué va, no tenía ni idea. Solo había escuchado al coro de Los Dedócratas en los ensayos en San Felipe Neri. Fue a partir de mi elección cuando comencé a escuchar a las agrupaciones, ir al Falla, conocer a las peñas…Era un mundo desconocido para mí.
-Había 52 candidatas y le eligieron a usted, ¿por qué?
-Pues yo lo único que sabía era bailar tanguillos porque me enseñaron en el colegio. Yo tenía 17 años y al final me eligieron a mí entre 52 candidatas en un acto que se hizo en el Gran Teatro Falla el primer sábado de Carnaval. Íbamos subiendo una detrás de otra al escenario, a mí me acompañó mi padre, y primero se eligieron a cuatro ninfas y después a mí como Diosa. Yo no me lo podía creer. A partir de entonces, las 52 candidatas íbamos a todos lados. No es como ahora, que solo van las nueve ninfas. Nosotros íbamos a todos lados, porque cada una representaba a una parte de Cádiz.
-¿En qué ha cambiado el papel de la Diosa hoy en día?
-No sé. El sentido de representar a la mujer gaditana es el mismo. Nosotros nos sentábamos en el palco de autoridades y después en la calle estábamos en todos sitios.
-¿Qué recuerdo no se te olvidará nunca de aquel año 1980?
-Sobre todo, lo bien que me trataron y lo contenta que estaba la gente porque la Diosa se había elegido de forma democrática. Sobre todo, los políticos, porque sabían que era algo del pueblo. Me sentía respaldada, tanto política como socialmente. En la calle, también se notaba este espíritu y, a diferencia de años anteriores, la fiesta era menos separatista. Aquel Carnaval se vivió por igual entre todos. Igual te sentabas a comer con el presidente de una peña como con el alcalde Carlos Díaz o el presidente de la Junta. No había diferencias en el Carnaval.
-¿Cómo fue el pregón de Fernando Quiñones?
-Recuerdo que fue impactante. Yo en aquellos tiempos no sabía quién era pero cuando lo conocí, me di cuenta de que era un intelectual. Supo hacer aquel pregón que simbolizaba la transición hacia otra época.