Horacio Gutiérrez (corista): «El dinero de los premios se repartía entre todos los coros»
Hace 35 años que el coro ‘Los Dedócratas’ revolucionó la modalidad. El Carnaval volvía al mes de febrero y el repertorio de Miguel Villanueva fue una auténtica revolución en la época.
-¿Cómo acabó un alumno de San Felipe Neri saliendo en Carnaval?
-Pues no tenía ni idea. Acabé allí porque nos lo comentaron a un grupo de amigos del colegio, que éramos del equipo de fútbol Maka y de la cofradía El Caído. Hasta entonces los estudiantes no solían salir y nosotros fuimos pioneros. Nos unimos a otro grupo que venía de la Facultad de Magisterio, y así surgió Los Dedócratas. El cabeza visible era Villanueva, que hizo todo el repertorio, con letras fuertes para la época. Y ganamos el primer premio.
-¿Y qué sensaciones tuvisteis en el debut?
-Muy malas. Llegamos al Falla y no nos escuchábamos al cantar. Salimos de allí pensando que había salido fatal pero qué va, no sonó mal. Después no nos lo creíamos porque allí nadie sabía cantar. Menos mal que nos ayudó el Maestro Escobar, que a un mes del teatro, puso en su sitio lo poco que cantábamos. También nos ayudó Macías Retes, que aunque sacaba otro coro, se ofreció a ayudarnos y lo esperábamos todas las noches en el local hasta que terminaba con su ensayo. Eso sí, el repertorio de Villanueva era bueno y algunas de las letras que llevábamos, como las del conflicto pesquero con Marruecos, servirían hoy día.
-¿Con qué recuerdo se queda de aquel año?
-Sobre todo, me quedo con la amistad que hicimos en ese grupo, que ha durado toda la vida. El conjunto aquel duró cuatro años, hasta ‘La Corporación bajo mazas’ y ya después llegaron más cambios. Yo después continué con Jaime Fernández de la Puente en chirigotas, que también tengo un grato recuerdo. Allí ensayábamos hasta con las mujeres e íbamos hasta 60 personas disfrazadas a la calle.
-¿Cómo era entonces el Carnaval en la calle?
-Pues mucho más atractivo que ahora. El sábado, los coros salían a cantar y en el Palillero nos intercambiábamos coplas entre unos y otros. Nuestra batea iba arrastrada entonces por mulas y todo. Nosotros cantábamos en todos lados siempre que hubiera comida y bebida. Salíamos para divertirnos y el dinero ni lo mirábamos. De hecho, el dinero de los premios se repartía entre todos los coros. Después empezó a desvirtuarse todo esto hasta convertirse en lo que es el Carnaval hoy en día.
-¿Cómo se puede recuperar ese ambiente?
-Eso es imposible porque ya a partir de las diez de la noche es imposible cantar en la calle. Lo que sí espero es que este año, como se celebra la Capitalidad Iberoamericana del Carnaval, se haga una cabalgata digna, con la participación de los distintos países latinoamericanos. Es lo que se merece Cádiz y el Ayuntamiento ha tenido tiempo para organizarlo.
-Después de 22 años saliendo, ¿Cree que debería tener el Antifaz de Oro?
-Por supuesto que no. A mí solo me conoce mi mujer, mis hijos y a quienes les debo dinero. El Antifaz debe ser para los que son reconocibles por lo que han hecho por el Carnaval y no por el hecho de salir más de 25 años. Hasta que personalidades como Antonio Martínez Ares, Juan Carlos Aragón o ‘El Gómez’ o Emilio Rosado, ‘Miguiñi’ no lo tengan, el galardón no tendrá sentido.
-Y la peña Los Dedócratas, ¿volverá a resurgir?
-Estamos atravesando un bache porque los peñistas son más mayores y contamos con menos recursos pero seguro que remontará.