QUÉ GUASA CON EL ‘WHATSAPP’

El otro día me encontré con un amigote que, al igual que yo, sale en una agrupación de Carnaval. Me sorprendió mucho su estado anímico, que estaba por los suelos, y enseguida le pregunté por qué; había escuchado y visto su agrupación no creí que fuera por eso, ya que en definitiva su conjunto había tenido más que buena aceptación del respetable del teatro.

Mi amigote me dijo que había salido ‘súpercontento’ tras su actuación, pero que su estado se debía más a las críticas que había recibido. Yo le dije que eso era normal, que siempre habría, que no había que hacerles mucho caso y más en este mundillo donde el menos pintado da lecciones, y que por eso no se preocupara. Pero me insistió en lo mismo, en las críticas. No le importaban las invectivas de aquellos que ni conocía, ni de los medios, sino de sus más allegados, como amigos y familiares.

Le espeté que no entendía qué quería decirme, pero me dijo que su desánimo venía porque se había sentido sólo y abandonado. No había recibido ni siquiera un soplo de ánimo, ni un mensaje de enhorabuena, ni siquiera una palmada en la espalda de los que esperaba que fuesen los que más ánimo le darían, pero no, no fue así, y aunque prefería que fuesen sinceros con él, a veces antepondría que sus (¿verdaderos?) amigos le engañasen, aunque fuese con mentiras piadosas, en vez de enterarse por ‘whatsapp’ cómo lo estaban despellejando vivo y cómo se cachondeaban mientras actuaba sobre las tablas del coliseo. Que más parecía que estaban machacando a un enemigo que a un amigo.

Ante esto me quedé atónito. Mi amigo se marchó cabizbajo con el juramento de no hablar más de Carnaval con nadie. Me dio mucho que pensar, ante todo se me vino a la mente el tópico de «con amigos como estos quién necesita enemigos». En definitiva, esto es Carnaval.