OTRA VEZ, OTRA VEZ
Amenos de una semana de que se inicie oficialmente el Carnaval -sí, no se engañe, aún no ha empezado el Carnaval- apenas conocemos algún detalle del programa de actos preparados por el Ayuntamiento para lo que se supone que son las fiestas grandes de esta ciudad. La inercia, que tantas veces nos ha sacado el apuro, y la improvisación parecen ser de nuevo las madrinas de un Carnaval que hace mucho sucumbió a la globalización y se abandonó su propia -mala- suerte. ¡Qué le vamos a hacer!, será que no hay necesidad de hacer público el programa, porque es más de lo mismo. Otra vez la concentración de pregones el primer sábado, otra vez la repetición de la final, otra vez los cortejos, otra vez esos tablaos desangelados, otra vez las fiestas infantiles, otra vez -¿se ha hecho alguna vez?- el paseo del disfraz, otra vez la marcha carnavalesca -¿no hay otra manera de llamarla?-, otra vez un concierto barato en San Antonio, otra vez esa Cabalgata Magna. Como si fuera el efecto teletubbie, «otra vez, otra vez». Ya se lo dije, es el día de la mamota.