Los puntos del jurado

Hay quien asegura que el estudio de las matemáticas apenas sirve para manejarse en la realidad cotidiana, que nadie compra naranjas utilizando la raíz cuadrada y que el seno pierde todo su atractivo aplicado en la geometría. Pero en Cádiz se desempolva la calculadora y se estrujan los sesos no para apurar la economía y así llegar a fin de mes. ¡Qué va! Las principales operaciones, con precisión quirúrgica, llegan cuando se abre la caja de Pandora, ese maletín que se guardó celosamente (con más celo que Loctite, de ahí las filtraciones) durante un mes y que contiene ¡las puntuaciones del jurado del Concurso del Falla!
Y este año sí que han tenido sus puntos. Aviso: confío plenamente en la honestidad de sus miembros. Cuestión aparte es que en su elección ya se oriente la decisión, por afinidad personal, ideológica, por cuestión de gustos individuales y subjetivos, pero me hallo convencido de que ni han existido presiones ni manipulaciones. Han ganado los que ellos querían, justo el único año en el que el alcalde José María González ‘Kichi’ eligió al presidente y ganó su comparsa, lo que alimenta especulaciones.
Al margen de teorías imposibles de confirmar, excusas de los que pierden, queda diáfana una vez más la imposibilidad de valorar a 126 agrupaciones en una primera y única escucha y otorgarles un valor numérico sin poder establecer una comparativa, que al final es de lo que se trata. De comparar. Oír seis coplas, ver un disfraz, puntuar en cuestión de minutos y cerrar el sobre, sellado ante notario… terreno abonado para luego encontrar auténticos disparates reconocidos por los propios jueces que como humanos se sienten incapacitados para ejercer esa labor aritmética y milimétrica. ¿Cómo puede la chirigota de Manué cosechar sólo 180 puntos en preliminares y 284 en semifinales? Si ‘Los irracionales’ han ganado a ‘La eternidad’ por dos puntos y le han sacado doce en el tipo ¿el mérito es de la maquilladora? ¿Por qué el mismo disfraz es más bonito en cuartos que en clasificatoria? Como decía el mago, no le den más vueltas, no tiene sentido.
Acometidas las reformas estructurales en la organización del Concurso para recortar su duración, asumidas y aplaudidas tanto que cuajarán en las fechas venideras, el siguiente reto del nuevo Patronato es aún mayor: crear un sistema de valoración más justo, más lógico, que el Jurado no sea preso y de verdad pueda impartir justicia. La clave radica en esa primera fase que suele condicionar el desarrollo del certamen y en la que mandan denominación y origen por encima de copla. Un ‘apto’ o ‘no apto’ es suficiente, sin puntos ni otras historias. Y a partir de ahí, empieza a contar.