EL VERBO SE HIZO CARNE

 

En esto del Concurso hay ocasiones -pocas, para qué engañarnos- en las que el verbo se hace carne y habita entre nosotros. Es entonces cuando se produce el milagro y las letras pasan directamente del Falla a nuestra memoria -a la histórica y a la de diario- como ‘El vaporcito’, el ‘Oh Cádiz’, ‘4 de diciembre’, ‘Las momias de güete’ y hasta el ‘Me han dicho que el amarillo’. Esa es la historia cantada que nos dejaron los carnavales, hecha de piropos y críticas, de aplausos y denuncias, algo que se perdió desde que las tablas del teatro se convirtieron en una pasarela de moda, de tipos monos ‘haute couture’, de figuritas más o menos destacadas, de serviles pagados con míseras subvenciones.

Hacía tiempo que nos habíamos acostumbrado ya a esto, cuando Bienvenido levantó por primera vez el patio de butacas con su «Pasaron lista», una letra que no dice nada del otro mundo pero que, sin embargo, nos recordó que otro mundo es posible; como Aragón y su pueril denuncia a la Policía «que pa tener un trabajo como el que usted tiene, prefiero seguir parao» -el que no se consuela, es porque no quiere-. Tal vez las aguas empiezan a volver a su cauce, ojalá y regresa por fin al Falla el auténtico Carnaval. Vuelve, le diremos entonces, porque una palabra tuya bastará para sanarnos.