EL JURADO

 

El jurado del COAC que este año preside Antonio Montiel, como en un truco de magia, ha logrado dividir a los carnavaleros. Unos están de uñas, otros ‘ennerviaos’. Su arte de prestidigitador se basa en un ardid nada secreto: está aplicando con rigurosidad extrema, con pulcritud excesiva, el reglamento de este Concurso.

Se ha convertido en el Pérez Lasa del Carnaval. Tarjeta tras tarjeta, con amonestaciones y sanciones que alteran y pueden modificar el devenir de este certamen donde hay tanto dinero, y tantísimo ego en juego. ‘Chapó’ el castigo para aquellos que intentan burlarse de los aficionados compareciendo por aquí para ganar nombre y rotular sus carteles, y luego por arte de birlibirloque aparecen por otros escenarios con nombres diferentes y las mismas coplillas. La magnitud de este concurso merece un repetorio inédito.

Pero el jurado también se ha cebado con aquellos que han pagado los excesos del fanatismo, que con sus gritos retrasan las actuaciones, sin vulnerar lo que los románticos llaman el ‘espíritu’ de la norma.

Con las preliminares a punto de terminar, la verdadera batalla comenzará a librarse el martes. Y estos puntos que se quitan por aquí y por allá traerán polémica. Se puede hacer hasta un apartado con cómo quedarían estos ‘equipos’ en la otra liga.

Es la apuesta de este jurado, que quizás sea positiva para desnudar un reglamento por momentos absurdo y que merece darle una vuelta. Para puntuar es necesario delimitar pero no encorsetar con un traje que se le ha quedado pequeño e impide la sorpresa.

Ahora espero que sean tan escrupulosos a la hora de valorar a las agrupaciones. Que distingan el grano de la paja, que no se dejen arrastrar por esas risas y aplausos enlatados que vienen de fábrica con tantos grupos punteros. Que no se dejen encantar por esos efectos que siempre funcionan y se repiten hasta la saciedad. Esos señores de ahí arriba tienen la responsabilidad de que este certamen no prosiga con su declive, más allá de las menudencias por las que se restan puntos. Por fortuna o por desgracia, ellos sabrán, las decisiones que hoy tomen marcarán el concurso del mañana.