EL ANTÍDOTO
Rompiendo el silencio, apostados en una ‘esquinita’, por Mateo de Alba, Solano o Doctores Meléndez si la expectación se desborda. La Viña. Arrancando risas con sólo seis voces y dos guitarras, los cardenales de Vacaciones en Roma, con su celebérrimo perchero esta vez para anunciar la fumata blanca, ‘no tiran la toalla’ y siguen con su cónclave aunque ya le hayan llamado tres veces sus mujeres.
Muy cerquita, y pese al levante que se levanta, el calor de la isla Guatifó se siente en la templanza de estos puretas callejeros que empezaron con el plancton de Ángel León y se comerán hasta el verdín de los bloques. La elegancia se cruza, en apenas cinco metros, con el desvergonzado espectáculo circense de los antiguos vikingos. Coplas picardeadas, verderonas, de tres rombos de estos sinvergüenzas que, al igual que el hijo de Ortega Cano, de ‘casta les viene angangos’.
Ellas no se escandalizan, más bien escandalizan a los escandalizables. Dan más risa que miedo cuando te las encuentras no en la esquina sino en la curva, con su ‘reggaeaton’, y ofrecen consejos para afrontar la subida de la factura de Endesa: «Caroline, no vayas hacia la luz».
Los jóvenes de antaño, los torpes matracadores siguen cumpliendo carnavales y se nota que están Hasta los cantagüevos; se aprecia en sus coplas sin ticket devolución. Tan ‘jartos’ como el eterno repetidor, de la ciudad del puente y pico, con 45 años y todavía en octavo de EGB. O los pobres afectados por el ERE de Huesitos.
Mamasterchefs con sus chicotes, malas de cuento, los pegatinas del asiático Youguo Yin, los bienvenidos bruseslitos, los curas sarasas del Porqui… Y así sin parar. Si lo ha entendido todo, enhorabuena; en esta última semana ha disfrutado de la verdadera esencia de la fiesta. Si se ha quedado igual, corra, salga a la calle. De Puertas de Tierra ‘padentro’, en los callejones, se encuentra el mejor antídoto para el veneno del Carnaval, la medicina para sonreír ante la vida. Y no se vende en farmacias.