¿DE QUÉ ESTÁN HABLANDO?

 

Sálvenme todos los angelitos del paraíso del Falla de decirle a nadie la temática a la que debe dedicar sus pasodobles, cuplés o popurrís, pero como una micromilésima parte del público, también tengo derecho a elegir las letras que me gustan. Creo que con el paso de los años, aquella frase que fue un hallazgo brillante en su tiempo («El Carnaval es periodismo cantado») se ha desgastado hasta perder su sentido.

Creo que fue escrita por un maestro hace más de medio siglo, cuando no existía la catarata asfixiante de información que se da hoy. No existían redes sociales, ni webs, ni blogs ni cada cual podría expresar su opinión en directo. Ni siquiera había más de un periódico por cada gran ciudad y una televisión estatal, con dos o tres emisoras por capital de provincia. La voz del pueblo que emanaba de las coplas era fresca y aportaba, porque el resto del año era inaudible. Ahora se da la situación contraria. Todo el mundo habla de todo constantemente, hasta el punto de que se ha creado el término «infoxicación» para definir la cantidad de frases, datos, chascarrillos, cotilleos y noticias que recibimos a miles por hora.

Escuchar la voz de la gente, por tanto, en Carnaval aporta poco ahora porque ya se oye de forma constante. No hace falta que llegue el Falla para saber qué piensa la mayoría de tus vecinos sobre los indignados, Urdangarin, el caso Marta, el paro galopante o la corrupción política. Son opiniones redundantes, más que populistas, que también lo son las de twitter, facebook o los comentarios de lectores en cualquier noticia.

Resulta difícil escuchar cualquier frase en una copla que no haya sido escuchada o leída ya, y mejor, en miles de artículos de opinión mejor argumentados y armados, además de oportunos, sin semanas de retraso. Las letras de Carnaval, para mi gusto particular de oyente, sólo pueden aportar la diferencia de un nuevo golpe de ironía, del atrevimiento y la insinuación, un punto de ingenio que no se permite ni encuentra en papel ni pantallas. Ese matiz diferencial y esencial lo han entendido hace años muchas callejeras, pero cada vez lo añoro más en los grupos del teatro.