Yo no soy cantera
Las vivencias marcan y a veces no hay más remedio que pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor

Las vivencias marcan y a veces no hay más remedio que pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Yo que no soy pero fui cantera me siento invadido por un sentimiento de nostalgia que me recuerda a esas finales interminables donde éramos los reyes durante algunas horas. Como pasará hoy, y como pasó ayer. Me traslada a una mañana de domingo, a la calle La Palma para cambiarme con mi primera chirigota infantil. Con una mezcla de nervios e ilusión que aunque se parecen a lo que hoy también siento, iba liberada de todo lo que conlleva y estropea ver el mundo con ojos de adulto.
Recuerdo con terror el tablao de la calle Plocia a las 4 de la tarde. Había tres espectadores, y de ellos, dos eran mis padres. Eso me generó una animadversión a cantar en esos escenarios por un gran sentido del ridículo. Luego comprendí que es el paso necesario para curtirse y romper poco a poco tus propios miedos. Cuando hoy mi comparsa consigue un logro, por pequeño que sea, mi mente se traslada a aquel momento en el que a un niño gaditano cualquiera le temblaba el cuerpo por su bendita inexperiencia. Cuando me veo ahí, le doy las gracias.
La cantera es la escuela de la calle. No “la escuela de la calle” a modo de autoetiqueta que alguno se coloca en Facebook. Sino la verdadera. Sumergidos en locales de ensayo los niños y las niñas aprenden a tomar decisiones, a aprender el sentido de la disciplina e incluso a tejer amistades, algunas , que durarán toda la vida. En edades más juveniles, explotan las primeras noches abiertas a los amores, te haces a la calle y decides dar “las vueltas” a tus padres con una pizca de picaresca, a veces muy necesaria. Si no la vida sería demasiado aburrida.
No tengan prisa por crecer. Saboreen esos momentos tan únicos que guardarán para siempre como una parte esencial de vuestro ser. Sean generosos en la victoria y aprendan en la derrota. El carnaval os dará mucho más que un premio. Eso es muy pobre. Habéis recogido un testigo que no soltaréis hasta que dejéis de ser persona. Habéis sido enseñanza, introduciendo los valores de igualdad que los adultos aún tenemos como resistencia. Los niños y las niñas cantan juntos, con la naturalidad de la que fuimos despojados. Sin intereses ni intenciones. La prueba inequívoca de que tenemos mucho que aprender de vosotras y vosotros.
La suerte está echada y lo único que os deseo es que disfrutéis del carnaval. Aunque lo fui algún día, yo no soy cantera. Pero viendo tus ojos te confieso, que me encantaría serlo.
Nota. Este artículo está dedicado a Jesús Cervera Vilches y su comparsa El Guía de Cádiz. Un trabajador incansable de la cantera. Algún día el carnaval reconocerá toda su aportación a través de la formación de jóvenes valores que hoy son grandes del carnaval.