Su silueta
“Imagínalo con su melena, sus eternos ideales; míralo cantando con su gente en sus divinos carnavales"
Recibí la noticia como quien recibe un puñal helado en el vientre, y después de casi un año aún me cuesta hablar de ello. Se fue el poeta, el marido, el padre, el hijo y el amigo. Los cinco. Y los cinco a la vez, de un golpe seco; de un hachazo invisible y homicida, como escribiera Miguel Hernández.
Se fue en plena madurez creativa, y precisamente por la incontestable profundidad y calado de su repertorio, se marchó con un bagaje ridículo de premios en el carnaval de Cádiz. Nos entregó, en mi opinión, la mejor obra literaria de la historia de nuestra fiesta; una obra que será muy difícil de igualar porque estética y conceptualmente no puede ser comparada con ninguna otra. En él confluyeron circunstancias que solo volverán a repetirse en un autor muy, muy, de cuando en cuando: el talento y la sensibilidad que los traía de serie, la preparación académica, la obsesiva capacidad de trabajo, y la pasión, desde niño, al carnaval gaditano. No basta con el talento si te falta capacidad de trabajo; no te alcanza con el trabajo si te falta preparación; tampoco con talento, preparación y trabajo si desconoces los códigos necesarios para emocionar en este oficio.
Comienza el año 1 d.JC.
Probablemente será un año marcado por los homenajes a los que se fueron, pero no tengo demasiado claro que tuviera —en el mundo del carnaval— demasiados amigos; de los amigos-amigos; de esos amigos que fueran tan amigos suyos y tanta amistad la de ellos, que no provoque que chirríe algún clavo en su tumba. Los admiradores quédense con su obra, y los amigos de verdad, con el recuerdo y los momentos compartidos. Evitad los focos frontales. Si queréis iluminar su figura, hacedlo desde atrás y que emerja la negra silueta con su inseparable compañera en alto. Su silueta, que como una negra sombra seguirá asombrando a una ciudad a la que él adoró y escribió como ningún otro. No pronunciéis su nombre. Solo mostrad su silueta. Su silueta.
Ah, y bajad la basura.