Las sin sombrero

Son pocas las mujeres que se atreven a firmar la letra o la música

Agradece una mucho esto del Carnaval “igualitario” y “feminista”, que se nota sobre todo en que ya no se dice aquello de “coro mixto” o “comparsa mixta” –que suena a paella para guiris, la verdad- cuando hay presencia femenina en las agrupaciones. La normalidad se impone, y ya no es destacable que una mujer comparta voces y tipos en el COAC, a pesar de que la suegra, la parienta, la vecina del quinto y su conejo, sigan siendo temas recurrentes en el nada inteligente mundo de las agrupaciones. Eso sí, seguimos siendo minoría tanto en participación como en autoría; son pocas las mujeres que se atreven a firmar la letra o la música y muchísimas menos las que se atreven a salir de la zona de confort del coro o la comparsa –modalidades que parecen más idóneas para la “sensibilidad” femenina y el apasionamiento- y se atreven con la chirigota, por no hablar de cuarteto.

Están en la calle, dirá usted. Y dirá bien, porque en el mundo de las ilegales hace mucho que tenemos espacio, voz y tipo. Pero el concurso -¡ay, el concurso!- sigue siendo masculino. Y eso que la primera vez que las mujeres decidieron asaltar el Falla fue con una chirigota –a la que se llamó comparsa durante mucho tiempo-, “Las Molondritas” ¿se acuerda? Rosario Mateos, la madre de los Carapapas, era una de ellas. Una de aquellas valientes que, sin entrar en la competición, marcaron un antes y un después. Habría que esperar unos años hasta que el primer cuarteto femenino “Una locura según las escrituras” –Aurora Martínez, Inmaculada Llorens, Susana Ginesta y Antonia de los Reyes, eso sí, con autoría del Bati, porque nadie es perfecto- pusiera la primera piedra de lo que luego sería un monumento en la calle. Como ve, del cuarteto mixto de Badajoz no pienso acordarme.

Pero queda aún mucho por hacer todavía. A las mujeres que decidieron compartir espacio y palabras con sus iguales masculinos las llamaban, por su actitud transgresora, las “Sin sombrero”. Será por eso, por lo de los sombreros por lo que aún nos sentimos más cómodas en la comparsa, digo yo. Pero todo se andará, o eso espero. Desde la cantera vienen empujando y la actuación de los “Harry Potera y la piedra sofá” es un clarísimo ejemplo.

Que por ser mujer no hay que salir mona ni cantar tres tonos por encima. Quitarse el sombrero, chiquillas, que la chirigota y el cuarteto nos están esperando.