El guasap mató la estrella del cuplé
Tenemos que recuperar el cachondeo puro, porque últimamente hasta las chirigotas, nos salen acomparsadas
Ya estamos aquí otra vé, cielito al pié del cañón. Suenan las primeras coplas del carnaval 2019 y reconozco que se me van un poco de tono: llevo ya tiempo echando de menos, cosas que antes eran santo y seña del carnaval de Cádiz. Supongo es el signo de los tiempos, pero me parece que casi sin darnos cuenta, hemos saltado a la era del carnaval industrial. Toneladas de coplas transgénicas, con muy poquito sabor, todas muy monas, calcadas, bien cantaítas, con su etiqueta de “Carnaval de Cádiz”. Pero usted y yo, querido consumidor, sabemos que son marcas blancas. El carnaval de Cádiz, del bueno – el de 5Q – hay que buscarlo cuplé a cuplé, entre tanta paja (discúlpenme la expresión, hecha). Y qué de pena, chiquillo. Setenta comparsas. Qué pena tiene Cadi, con lo que siempre ha gustao aquí un cachondeo.
Buscar la calidad tiene su ciencia – porque la etiqueta no avisa si tiene gluten o es más probable que no te gluten- y lo que nadie se explica es que estemos regalando el marchamo a cualquiera que se inscriba, sea de donde sea y cante lo que sea. Calidad chunga certificada. Lo de cantar en el Falla es como una denominación de origen al revés: da prestigio a quien viene de fuera decir que es una agrupación de Falla, mientras que Cádiz va perdiendo lustre por goteo incesante, por aquello del derecho universal a pisar las tablas (estando ahí las de Daimiel, a dos pasos).
Así, la ironía que nos caracterizaba, o esa lógica caletera que descifra como se ve el mundo desde este rincón, se van sustituyendo por chistes hechos y humor de bote. El guasap mató la estrella del cuplé. Por eso, el concurso se hace muy largo y obliga a estirar los repertorios para cantar hasta 4 veces, intentando no cansar. En la era de la tecnología y lo políticamente correcto creo que toca ser irreverentes, para rescatar la calidad y reducir la cantidad. Tenemos que recuperar el cachondeo puro, porque últimamente hasta las chirigotas, nos salen acomparsadas. El cachondeo vive en Cádiz, pero está en peligro de extinción. Lo mismo hay que pedirle a Doñana que amplíe hasta la Bahía su espacio protegido y nos salve de los Morancos y de los chistes de guasap. O habrá que hacerle caso a Quico y echar la baraja en puertatierra.