El error del fallo
En la mayoría de las agrupaciones se ha dejado de usar el humor como recurso para dejar mensajes.
Era el momento. Una ocasión perdida para crear escuela. No se trata de volver a la chirigota de siempre ni de todo lo contrario. El pasado nos llevó hacia donde estamos. Al artificio, el decorado y el jaleo. Al pasado no hay que volver, hay que mimarlo, analizarlo e identificar el porqué hoy la gente para reír siempre prefiere que se la pongas botando.
La crisis de la razón que vive el mundo hace un tiempo que se coló en el Carnaval. Por alguna causa que desconocemos, la reflexión brilla por su huida constante hacia lo superficial de las cosas. Cada vez pensamos menos. Nos hemos acostumbrado a que nos den el trabajo hecho. Cualquier aplicación nos puede solucionar la vida sin apenas usar el intelecto. Las cosas, cuanto más ‘mascaitas’ más se agradecen. Cuanto menos esfuerzo, mejor.Y eso, irremediablemente, se ve reflejado en el humor y por ende, en nuestras chirigotas.
Ya da igual el camino si el fin es la risa. Y a veces ni hay camino, ni risas, ni fin. En la mayoría de las agrupaciones se ha dejado de usar el humor como recurso para dejar mensajes. Desde hace un tiempo, la crítica en la chirigota sólo llega en forma de pasodoble serio. Excepto alguna honrosa salvedad, el ingenio ya no remueve conciencias. La risa siempre llega vacía. Sin nada detrás. Como un producto desechable que se usa y se tira. No vale para nada más. No crea debate sobre lo que se canta. Ni fu ni fa.
No es que tenga nada en contra de las otras artes para hacer reír. Todas son iguales de necesarias porque todas tienen su público. De ahí la oferta. Pero hay algunos que nos comenzamos a sentir huérfanos. Acogidos solo por la nostalgia y frustados porque nunca pensamos que el camino de la chirigota iba a dejar de lado los principios de nuestra esencia. Esa que nos diferenciaba de todo lo demás.
Lo más bonito del mundo siempre fue usar el humor como medio para decirle a tu vecino lo hijo de puta que es pero sin que él tenga pruebas para demostrarlo. Cádiz siempre fue la de la ‘guantá’ sin manos. La del mensaje camuflado en la gracia. La de la crítica haciendo quiebros al que la recibe. La de la carga pintada de sarcasmo o la ironía poniendo piquetas a sus anchas. Todas esas cosas pasó por alto el tribunal carnavalero esta vez. El VAR para el año que viene en ese palco, por favor.
Esto no es una pataleta ni un reproche por los gustos de cada uno. Te puede gustar esto, lo otro, lo de tu primo, o todo a la vez. Esto sólo es un análisis de una parte que se estaba perdiendo y que había vuelto a aparecer con más fuerza este año. Qué cada cual se ría por lo que le dé la gana. Faltaría más. Cada uno es libre de comer una hamburguesa diaria o llevar una dieta equilibrada. De engullir coplas para saciarse o ingerirlas para alimentarse. Pero, sin el humor como medio para decir las cosas, siempre nos faltarán los nutrientes necesarios para hacer del Carnaval una afición productiva y mucho más saludable.