En Cadi hay que morí
Parece que estamos todos de acuerdo y queremos una preselección fuera del Falla, en la que aquellos que acrediten una calidad suficiente obtengan el permiso para concursar en el Gran Teatro
De un tiempo a esta parte, todo el mundo quiere venir a morir a Cádiz. Tanta capacidad de inmolarse, nos deja casi doscientas agrupaciones que nos cantan finales bonitos – con ese compás viñero “Cadi que tesquiero” – que es como las papasfritas al jamón, que saben a… pero no son.
Es admirable tanto amor por Cadi. Que gentes venidas de allende las puertatierra, conozcan calles que uno ni sabía que existían y se encandilen con – es un poné – un cañón en una esquina, una brisa de tu mar o una vieja en bata en una casapuerta, que la verdad, tampoco se había arreglao pa salí en la Unesco esa mañana. Es como decían los Carapapa, saben cosas de uno, que ni uno sabe que sabía.
Tanto nos gusta que nos regalen los oídos – porque este rincón con salero es lo más bonito del mundo entero – que no es que dejemos que nos cante cualquiera: es que les pagamos por venir. ¿Quiere usted cantar en el Gran Teatro Falla? Venirse, que Cadi convía y lo mismo hasta te lleva un dinerito. Total que de tanto mirarnos al espejo, Blancanieves se desfiguró y ahora no podemos ni llevarla a Corporación Dermoestética, ni al Cine Avenida tampoco.
Lo bueno es que la cosa se ha puesto tan chunga que por una vez, parece que estamos todos de acuerdo y queremos una preselección fuera del Falla, en la que aquellos que acrediten una calidad suficiente obtengan el permiso para concursar en el Gran Teatro. Y de paso, que paguen su cuota de inscripción y dejen algo en Cádiz, que la fiesta es de todos y hay que pagarla entre todos. Así el COAC sería de nuevo lo que tiene que ser: la Champions del carnaval. La previa en agosto que la juegue el Esteagua Nobeberé con el Olimpí Quetemate, que nosotros tenemos el Trofeo de los Trofeos, cuplesito y cachondeo.
Mientras tanto, podemos aspirar al recorguines de los cuplés chungaletas o a una especie de Sevenileven de carnaval, que alcance las 365 sesiones en bucle. O a la mayor concentración de ilegales del planeta, en plan Gorongoro: cuatro colegas, doce cuplés, más moscatel, qué peasso coro. Menos mal que Cadi es espabilá. Queco el emprendedor está pensando en montar el tanatorio de copleros, con sus columbarios al 3×4 pa los que estén mu quemaos. Ya tiene hasta la cuña de radio: “Tanatorio En Cadi hay que morí, donde acaban to los popurrí”.