El pellizco sevillano
Los sevillanos son como los chinos y no lo digo por el aspecto físico, que nada tiene que ver los ‘miarmas’ que representan el ‘cabesa’ y el ‘culebra’ con los ojos rasgados y el pelo lacio del dueño del ‘todo a un euro’ de su barrio, sino por esa virtud innata que tienen para estar en todos sitios y ser el centro de atención
Los sevillanos son como los chinos y no lo digo por el aspecto físico, que nada tienen que ver los ‘miarmas’ que representan el ‘cabesa’ y el ‘culebra’ con los ojos rasgados y el pelo lacio del dueño del ‘todo a un euro’ de su barrio, sino por esa virtud innata que tienen para estar en todos sitios y ser el centro de atención. El sevillano es capaz de fabricar la mejor copia de un original y venderla como la mejor obra del mundo. Somos así.
Con el carnaval ocurre algo parecido. A veces tengo la sensación de que me ha arrollado el tren del tiempo sin darme cuenta. Recuerdo que Sevilla en febrero era la antesala de la Semana Santa. Los quinarios y los triduos de las hermandades se mezclaban con los ensayos de los costaleros mientras que los ‘capillitas’ poníamos en orden la túnica y el capirote para una nueva estación de penitencia. Marzo abría sus puertas a la entrada de una primavera cargada de Pasión y Quinta Angustia, de Amargura y Silencio, de Esperanza y Resurrección al compás verónicas en la Maestranza y de paseos por el Real.
Sin embargo en los últimos años, ese espacio de víspera que discurre entre la Cabalgata de Reyes del Ateneo y el Domingo de Ramos lo ha cubierto una fiesta paralela que suena a pasodoble, cuplé y popurrí. Sevilla ha desempolvado una vieja tradición perdida que nació a finales del siglo XIX y que tuvo su máximo esplendor durante la Exposición de 1929 gracias a la irrupción de las murgas y la influencia gaditana de entonces. La Guerra Civil borró de cuajó esta expresión de libertad que volvió a resurgir de una manera muy tímida a finales de los noventa hasta convertirse en un apéndice gaditano en la última década. Más allá del peaje de Las Cabezas hay Carnaval y la mejor prueba de que los ‘miarmas’ están colonizando las tablas de Falla son las 33 agrupaciones sevillanas que participan este año en el concurso, tres más que en 2018.
Uno de los precursores de esta revolución fue el sevillano del parque Alcosa Antonio Pedro Serrano, más conocido como el ‘Canijo de Carmona’, que fue de los primeros en abrir paso a Sevilla en la feria gaditana por excelencia. La chirigota de este sevillano que veraneaba en Cádiz desde pequeño ha logrado hasta tres primeros premios en la final con ‘Los que salimos por gusto’ (2005), ‘Los Juan Palómez, yo me lo guiso, tu me lo comes’ (2007), y ‘Ricas y Maduras’ (2011).
Pero el pellizco sevillano se extiende a toda su provincia. En los últimos años, agrupaciones de Écija, San José de la Rinconada, Dos Hermanas, Mairena del Alcor, Alcalá de Guadaira y Tocina, entre otras, se han medido a los grandes iconos del Carnaval de Cádiz. Los más ‘jartibles’ aún recuerdan como el patio de butacas del Falla se puso en pie el año pasado de manera espontánea, como todo lo que ocurre en Cádiz, al grito de “el Bizcocho dónde está….”. La chirigota de San José de la Rinconada, ‘No te quemes todavía’, de Antonio Álvarez, el ‘Bizcocho’, no puedo pasar de cuartos a la semifinal, lo que provocó la crispación de un sector del público. Los que sí llegaron a tocar el paraíso en esa edición del COAC fueron los sevillanos Jesús Benárquez y Pablo de la Prida con la polémica chirigota ‘Una corrida en tu cara’, donde la alusión a la hija de Jesulín de Ubrique y su posterior rectificación protagonizaron su pase en el concurso de 2018.
Sevilla marca su ritmo en Cádiz y hasta la Diputación hispalense pensó en un concurso paralelo en el Teatro Lope de Vega, que finalmente tuvo que abortar para evitar polémicas. Parece que el Carnaval corre por nuestras venas, que lo llevamos en el ADN y es que el sevillano es pasional para sus cosas. No desfallece. Es capaz de convertir el Guadalquivir en epicentro de las regatas de remo entre el club Náutico y el club Labradores y quitarle el trono al Támesis en la competición anual entre las universidades de Oxford y Cambridge. La celebración de los premios Goya 2019 en el FIBE de Sevilla ha sido todo un éxito y hasta la academia de cine de Hollywood ya ha presentado solicitud al Ayuntamiento para ubicar en la capital hispalense la entrega de los Oscar. El tiempo lo dirá.