Campeones, campeones

Lo que sí tengo claro es que no me gusta el “campeones, campeones”, no porque con eso se menosprecie quizás la calidad de otra agrupación sino porque supone la hooliganización de la fiesta hecha eslogan

Me había hecho ilusiones en preliminares de que el grito de “campeones, campeones” por fin había pasado al cajón de los recuerdos. De los malos, pero recuerdos al fin y al cabo. Pero en cuartos de final mi percepción ilusoria se fue a hacer puñetas. Una lástima, por cierto. El grito volvió, aunque espero que no para quedarse.

Y cuando lo escuché volvieron mis particulares fantasmas del público y de la venta de entradas. Y deduje, tal vez malintencionadamente, que efectivamente el Ayuntamiento había acertado vendiendo por sorpresa el taquillaje de la fase de preliminares. Y por tanto, deduje también, cual lumbreras, que el haber golpeado con esa sorpresa hizo despertar la atención y el taquillaje de cuartos, y tal vez el de semifinales, y había caído en manos del mismo tipo de público de los últimos años.

No sé si será mejor o peor público. Eso corresponde evaluarlo al que actúa, que para eso es “su” público. Lo que sí tengo claro es que no me gusta el “campeones, campeones”. Y no porque con eso se menosprecie quizás la calidad de otra agrupación. Al fin y al cabo esto va de gustos. Sino porque supone la hooliganización de la fiesta hecha eslogan. Y esa hooliganización no es buena compañera de viaje en ningún ámbito. Tampoco en el carnaval, por muy pasional que sea ese mundo.

Por cierto, que después pasa lo que pasa. Se escucha dos veces el grito de “campeones, campeones”, se encumbra a alguien como si hubiese inventando esto del carnaval y cuando el fallo del jurado no corresponda con ese falso encumbramiento vienen las críticas al jurado, al aficionado, al carnaval o a Cádiz en general. Total, si es tan gratis eso como gritar “campeones”.

De todas formas ya queda poco de concurso. Para cinco días que faltan para echar el telón tampoco vamos a ponernos ariscos. Ya si eso para el año que viene nos volvemos a acordar que algo hemos hecho mal por el camino para volver a lo mismo. Mientras tanto, siempre nos quedará la calle y su poca vergüenza.