Carnaval de Cádiz

Las polémicas del COAC 2018

Por  1:09 h.

Parece que este COAC 2018 ya se está poniendo serio y tras haber sobrevivido a la segunda noche de cuchillos largos, nos enfrentamos a su recta final. Y hablando de enfrentar, las musas han decidido abandonarme para escribir este artículo. ¿Qué os cuento que ya no se haya dicho?

Podríamos tratar el tema de la denuncia de Andreíta (¡cuidao que me censuran el artículo!), de Puigdemont y otros casos similares que hemos vivido este año, temas que parecen que, por primera vez, han puesto en el candelero al carnaval de Cádiz. Sí, en 2018. Posicionándolo de una manera diferente a como nos habían visto hasta ahora. Por desconocimiento, está claro. Desvirtuando totalmente, a mi modo de ver, lo que somos y siempre hemos sido, pero que pocos se han interesado en conocer en profundidad. La cuna del periodismo cantado, nuestro sello de identidad,.

Hoy en día, cualquier tema que se trate puede molestar a un colectivo, pero me pregunto si al humor, dentro de este contexto llamado carnaval, hay que ponerle límites. Si nos autocensuramos todo el rato, ¿qué será de nuestras coplas? ¿de esa frescura? ¿qué será de nuestra picaresca y poca vergüenza?

Siempre que un tema se trate con respecto y el que lo escuche lo sienta como tal, creo que es una obligación el cantarlo. Me daría mucha pena que el COAC se convirtiera en un concurso plano y políticamente correcto.
Cómo decía el otro día el Yuyu, solo falta, que al lado del palco del jurado se situara un gabinete jurídico, para ver que letras son censurables o no. ¡Bendita libertad de expresión!

Respecto a esto, me quedo con la lección de vida que nos ha dado Macario, un senegalés enamorado de nuestro carnaval y seguidor de la chirigota del Bizcocho que como él mismo ha dicho «El carnaval está para reírse». Para quitarse el sombrero, ¿no hay cosa más sana de reírnos de nosotros mismos?

También podríamos hablar del estado del teatro en los últimos días, en unos cuartos de final. Entre otros de los damnificados y que lo ha denunciado en redes, el coro de Faly Pastrana que actuaba, tras un descanso, con el teatro prácticamente vacío y un patio de butacas desolador.

Más temas en el tintero y dardos envenenado por parte de la Diputación de Sevilla y su idea de organizar un concurso solo para sevillanos, que duró menos en escena que la venta de entradas del concurso de romanceros.