Una simple llamada de teléfono
Papá, cómo estás? Aquí ando, regularcillo. Corría el mes de septiembre y padre e hijo iniciaban la coversación telefónica de todos los días. Pero el hijo tuvo una osadía: ¿Te escribo un pasodoble? El maestro asintió porque el gusanillo del Carnaval es algo que siempre perdura.Y el hijo se puso manos a la obra porque con el trabajo que suele costar convencerle, en este caso, no había ofrecido mucha resistencia. Lo de ir al Falla no se le pasaba ni por la imaginación.
Pero algo debió rondarle a Enrique por la cabeza. A buen seguro que se acordó de su hijo Nandi que fue el primero que se lanzó. Lo hizo con el grupo de Puntales, con Los indiotas, que después pasarían a la historia como la chirigota del Love. También debió rememorar aquellos tiempos de Paco con Los soldaditos o España la Nueva, de la mano de José Luis Bustelo. Debió pensar que si querían ensayar y tomárselo en serio podían recurrir a Juanmi, que pese a su carácter introvertido, le gusta mucho ensayar y hacer música y, si hacía falta, Juan Ignacio les eschaba un cable. Además si la cosa pintaba mal y hacía falta ánimos para eso está Salvi que es siempre el más ocurrente.
¿Y por qué no ir al concurso? Era la siguiente pregunta. A partir de este momento los móviles comenzaron a echar humo. Convencer al patriarca era lógicamente lo más difícil. Desde Pescadores Fenicios, Enrique Villegas andaba un poco despegado de la fiesta y salvo colaboraciones esporádicas como aquella Señora que tanto gustó en el 91 y el pregón de Carnaval apenas se había dejado ver por la fiesta. El maestró sostiene que su comparsa ya está de más en una modalidad que, entiende, ha evolucionado lo suficiente como para que su apuesta se quede algo desfasada. Pero igual que hay juancarlistas o martinistas, hay villeguistas y con esa familia con los doce apóstoles detrás iba a ser todo más fácil. Y dijo que sí.
A partir de ahí había que buscar el grupo. En los tiempos que corren con tanta crisis coleando hay poco hueco para el romanticismo. Pero la recesión en Carnaval actúa como revulsivo y se apuntaron unos cuantos que están en paro. Y detrás de ellos algunos históricos como Antonio Herrera o Carmelo García. Lo han pasado mal pero no han tirado la toalla. Saben que no llevan un pelotazo pero se lo han pasado muy bien en los ensayos.
Los que le quieren han puesto su voz para que 25 años después aquellas Quince Piedras de Selu García Cossío o Faly el chino y el propio Carmelo García, tengan dignos sucesores. Carmelo trabajaba en la imprenta de San Rafael con Selu Monzón que también fue villeguista de antología, como otros muchos. Como dijo Antonio Martín en una comparsa suya, los viejos copleros nunca mueren. Esta noche, una prueba más.