Una copla de Carnaval para luchar por los derechos humanos
La comparsa de 'Los niños sin nombre' gana el premio Candela y Espino por este precioso pasodoble
El drama de los menores inmigrantes, de la comparsa ‘Los Niños sin Nombre’, ha sido reconocido con el prestigioso Premio ‘Candela y Espino’ de Coplas del Carnaval de Cádiz por los Derechos Humanos en su decimosegunda edición.
Se ha reconocido la calidad literaria y musical del pasodoble ‘Con sólo 10 años ya sueña Malena’, de Sergio Guillén Bancalero y Antonio Pérez Fuentes, interpretado en la fase de cuartos del Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz (COAC) por la mencionada comparsa ‘Los Niños Sin Nombre’, la comparsa de la cantera, el lunes 18 de febrero.
‘Candela y Espino’ proponía para el COAC 2019, reflexionar sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948 en la
totalidad de sus artículos. Organizado por Amnistía Internacional Andalucía, el Premio, que no comporta cantidad alguna en metálico, consiste en un trofeo original y único, realizado por RAS Escenografías, inspirado en el símbolo de la organización de defensa de los Derechos Humano, que se entregará en un acto organizado con la colaboración del Café Teatro Pay-Pay, en Cádiz, el jueves día 13 de junio a las 19.30 horas, con entrada libre y gratuita hasta completar el aforo.
Esta es la letra del pasodoble premiado, de Sergio Guillén Bancalero y Antonio Pérez Fuentes:
Y esta es la letra de Con solo 10 años ya sueña Malena:
Con solo 10 años ya sueña Malena
que cuando sea grande va a ser profesora de una gran escuela.
Abel cada noche mira las estrellas
y sueña despierto quee podrá algún día bailar sobre ellas.
Yahira tiene un sueño que es seguir soñando
pues con tres añitos añitos pa qué quiere más.
Zaida y Adán, no pararán hasta encontrar una vacuna con la que se puedan salvar miles de vidas con ellas.
Zaida y Adán no pararán pues tienen claro que no piensan irse de este mundo sin antes dejar huella.
Y de mayor Samara quiere ser arquitecta
pa llenar nuestro planeta
de casas que tengan
las puertas abiertas.
Josué lo tiene claro quiere ser pastelero
pa endulzarle la vida a los niños que nunca han probao un caramelo.
La joven Zulema quiere ser astronauta y volar a la estrella donde duerme su abuela
y el pequeño Israel sabe que tiene un don que no tiene cualquiera.
Sueña con ser payaso para que este mundo vuelva a sonreír.
Qué injusta es la vida
porque mientras nosotros sostenemos la valla de Ceuta y Melilla
los sueños de estos niños mueren en el mar o van a la deriva
y no se cumplirán hasta que su patera llegue a nuestra orilla.