Sara Romero: «Lo último que sale en Hollywood ya lo tenemos aquí en Cádiz»
La maquilladora hace Carnaval sin música y letra; la piel es la partitura sobre la que compone su melodía
Sus manos dibujan fantasía sobre el rostro humano. Sus pinceles alcanzan territorios que marcan la frontera entre el éxito y el fracaso. Y su mirada traspasa esa línea del bien y el mal. Sara Romero hace Carnaval sin música y letra; la piel es la partitura sobre la que compone su melodía. La vida pasó del blanco y negro al color de la misma manera que esta fiesta avanzó de la copla en la radio al espectáculo audiovisual, y esta gaditana recorre ese carril paralelo en un camino todavía incierto por inexplorado.
Este 2019 ha diseñado el maquillaje de hasta 17 tipos diferentes, entre los que se encuentran los más complejos y esperados. Aquellos en los que la repercusión es tal que el detalle baila como un equilibrista sobre la cuerda floja. Martínez Ares, Juan Carlos Aragón, Kike Remolino… “Todos los años es una locura, pero este un poco más”, confiesa Sara sin soltar los trastos de faenar. “Los autores se están dando cuenta que cada vez es más importante tanto el tipo como el maquillaje. La impresión sobre las tablas es clave. Es un Concurso de música y coplas, pero cuando abre telón, ahí te estás llevando el 50% de lo que haces“. Con rotundidad.
Comenzaba en esta batalla, la mayor expresión del pueblo gaditano, en 2003 con ‘Calle de la mar’ y ‘Los americanos”, Ares y Aragón, “y desde entonces no he parado”. Obstinada, Insistente. “Concurso de música y letra, sí. Pero como no entre por el ojo…”. La memoria esboza muchas que se calla por respeto. Siempre intentando hacer entrar en razón a los genios, y la razón le llegó de la manera más irracional. “Con los monos (de Jesús Bienvenido) ya se dieron cuenta de la importancia del maquillaje”. Primer premio y elogio constante a la propuesta. “Por eso les intento transmitir que un maquillaje te puede dar el empujón al primer premio. Jesús siempre lo entendió, y fue quien me animó a montar Camerino 56 para transmitir los conocimientos”. Ahora ha ampliado su negocio y mudado su escuela para crecer con ‘Camerino de Artes y horrores’.
Sara Romero: “Cuando abre telón, ahí te estás llevando el 50% de lo que haces”
Sara Romero ensalza la labor de maquillaje que se hace en un rincón tan pequeño para algo tan grande y de tal dimensión con el Carnaval. “Todo ha evolucionado y lo último que hay en Hollywood lo tenemos aquí y sabemos utilizarlo. Los recursos en prótesis, maquillaje y producto, y eso es maravilloso”. De ahí que los precios, aunque la horquilla es amplia según la dificultad, se muevan entre los 120-150 euros por componente en cada pase. “Nosotros modelamos para las prótesis, que sólo le valen a cada rostro. Por ello no se pierde la expresividad. Este era el principal miedo, que las prótesis restaban expresividad, y comprendieron el error el año de ‘Los irracionales'”.
Es extremadamente crítica con su obra. “¿Con cuál me quedo de los proyectos que ya hemos hecho? Con ninguna. porque luego en el Falla siempre pasa algo. ‘Los irracionales’ podría ser, es mi favorito, pero al abrir telón yo veía un montón de defectos. También con ‘El perro andalú'”. Y es que se encuentra “todavía en evolución. Pero me queda mucho para llegar al ‘no va más’. De momento, les intento transmitir que un maquillaje te puede dar el empujón al primer premio”.
La creación de cada agrupación depende de múltiples factores, desde la personalidad del autor a la idea. Pero la última palabra siempre es suya. “Hay veces que vienen con una idea preconcebida, porque representan a un personaje que ya existe. Cuando no está prefabricado, que es el 90% de las veces, pues voy escuchando ideas, me enseñan el disfraz, incluso a veces necesito meterme en el ensayo para escuchar la presentación. El diseño siempre es de nosotros, porque si eso está mal, yo asumo esas consecuencias”.
Un nombre labrado a golpe de constancia, de hacer valer su labor y profesionalidad en un mundo de marcado carácter masculino. “El secreto es tratar a la gente de tú a tú. Aquí nadie es más que nadie; ni el autor, ni el octavilla, ni el maquillador ni la costurera. Si vas así, te tratarán con el mismo respeto”.