Ruibal pregona sonrisas en verso

Cada palabra de Javier Ruibal es piropo, es guasa, es
crítica, es reivindicación, es cuplé. No es poesía barata, es verso
verdadero, del que sale del corazón de un portuense que siente más a
Cádiz que cualquier gaditano que lleva grabado en su pecho el escudo
del pendón de la ciudad. A él nunca le hizo falta nacer en La Viña
porque La Viña fue a buscarlo entre las playas del Puerto de Santa
María para conquistarle, a lo que él respondió con un sí quiero que se
selló en forma de canción. Por eso, el cantautor sabía ayer de lo que
hablaba cuando se subió al escenario de la Plaza de San Antonio para
pregonar el Carnaval de Cádiz 2009, y lo hizo sin olvidar su principal
ingrediente: el buen humor. Y para eso contó con la ayuda del Gómez,
que es de los pocos privilegiados que conocen la fórmula para hacer
reir con el arte de aquí.

 

 

 

Juntos hilaron un guión que más quisieran para sus
agrupaciones algunos de nuestros carnavaleros. El comienzo fue a lo
grande, con un discurso en verso donde no faltaron piropos, críticas y,
sobre todo, verdades. «Si anda buscando lujo, tendrá que irse a
Canarias», advertía el artista a las 15.000 personas que se congregaron
en la plaza en el acto de apertura de la fiesta, a lo que los
espectadores respondieron con grandes aplausos. También se acordó de
los problemas que inundan esta tierra, como el paro y el cierre de
factorías como Delphi o Altadis, así como el continuo éxodo «de gente
que se va marchando de La Viña a Castellón», apuntó. Y, por supuesto,
también tuvo su repaso la política, «ya que Cádiz tiene un corazón de
izquierdas pero siempre vota a la derecha», comentaba en uno de sus
versos.

 

 

 

Cádiz pedía a gritos un sitio entre sus versos, y ayer
lo encontró en un discurso que culminó con los sones de una de sus
canciones, Toíto Cai, a la que hizo algunas modificaciones para
adaptarla al guión. Una interpretación que tan sólo fue una mera
anécdota del pregón, porque tal y como afirmó el portuense, «yo no he
venido a hacer un concierto de Ruibal».

 

 

 

Y estaba en lo cierto. Ruibal vino al pregón para formar
una chirigota con la que pasar un buen rato y para armar cachondeo. Esa
era su intención y, por ello, escenificó un casting interactivo sobre
el escenario, que contó con un jurado con mucha guasa y con muchas
tablas. A través de diferentes conexiones, fue haciendo la prueba de
acceso a su chirigota a muchos de sus amigos, que ayer no pudieron
estar en vivo en Cádiz pero que sí lo hicieron gracias a las pantallas
que se instalaron en la plaza para seguir todo lo que acontecía en una
Alameda ficticia. Para ello, se sirvió también de la gente de la
tierra, como Salvador Fernández-Miro, Ana López Segovia, Quique de Onda
Cádiz, Juanelo, José Luis García Cossío o El Lobe, que fueron
apareciendo en las múltiples conexiones. Pero los grandes protagonistas
fueron los concursantes, de la talla de Willy Toledo, que deseaba salir
de comparsista con Ángel Subiela, Gabino Diego que quería ser
cuartetero o Lidia San José, que realizó la prueba con el deseo de
convertirse en ninfa del Carnaval.

 

 

 

Todos estos personajes no pudieron pasar el corte del
jurado, al fallar preguntas tan conseguidas como «¿Cuántos kilos pesa
en total la comparsa de Los Gitanos?» ó «¿Cuántos churros entran un
kilo?». Tampoco lo consiguieron gaditanos consagrados como Pablo
Carbonell, que interpretó a un romancero, el mismísimo Santiago Segura,
que presentó sus credenciales para ser corista pero sin éxito, ni
Antonio Molero (Fiti en Los Serrano), que fueron mandados al cajón por
los miembros del jurado, al igual que otros de más renombre como el
Gran Wyoming, María Barranco, Pepón Nieto o Loles León, que interpretó
de forma magistral el papel de costurera del Carnaval.

 

 

 

Javier Ruibal se quedó sin sus amigos para formar esa
deseada chirigota, pero la historia terminó como terminan las grandes
historias, con un final feliz. El pregonero encontró justo a su lado un
grupo de chirigoteros ilegales que le acompañaron en su aventura de
formar una chirigota, que incluso interpretó varios cuplés con la
música de Fletilla, uno de los autores recordados por Ruibal durante el
pregón, al igual que otros como Cañamaque, El Tío de la Tiza, Agüíllo,
Paco Alba, El Peña o El Masa.

 

 

 

El cantautor cerró su gran pregón de bromas y humor con
el mítico pasodoble Atunes en el Paraíso, al que también retocó para la
ocasión, y con las palabras que dieron la bienvenida a la fiesta: «El
Carnaval está en la calle. Viva Cádiz. Te quiero», que fueron
acompañadas con varios cañones de papelillos que hicieron del cielo de
San Antonio un verdadero Paraíso, donde a partir de entonces no dejó de
reinar la alegría, la principal invitada del Carnaval. A partir de
ahora, sólo Cádiz tiene el protagonismo.