Poca imaginación
Quitando a los medios de comunicación, Aldonzo, es muy raro que algún gaditano se trague entera una función; de modo que es de suponer que se consideraría loco de atar a quien se tragara el Concurso entero. Unos porque son fanáticos declarados de determinados autores y otros porque no están ni sicológica ni anímicamente preparados para tanta tortura, la cuestión es que muy poquitas personas (casi nadie) lo hace. Pero como yo soy de fuera, vengo con ganas de conocer esto a fondo y, además, estoy enchufado a un palco, no quiero desairar a nadie y me lo estoy tragando todo.
Entiendo a los gaditanos que, cuando empieza a cantar una agrupación y ésta tiene un sonido raro o la música no les llega, pasan de escucharla. Pero los que por una razón o por otra no tenemos más remedio que comer sopas con honda y tragarnos todo lo escrito, descubrimos que entre la bisutería barata hay diminutos diamantes que, aunque en bruto, sirven para constatar que hay agrupaciones que no tienen por qué recurrir al meta-carnaval para gustar; que no hay que estar año tras año elaborando repertorios circunscritos al propio Concurso (las normas, los jurados, la Prensa, las entradas, la barra, el protocolo, las limpiadoras, Miguel Ángel, los puntos, la Radio, la Televisión, los porteros, los tramoyistas, los repertorios de los demás…) sino que están escritos con la mente abierta y demostrando que quienes los hacen tienen una vida que se desenvuelve más allá del 3×4, la bandurria y la parodia; una vida en la que hay trabajo, familia, paro, hipoteca, males, penas, amigos, momentos de felicidad…Además de Carnaval. Repertorios que demuestran que están elaborados por personas que giran al mismo tiempo que el mundo que las acoge y están, en mayor o menor medida, inmersos en sus avatares, sus luces y sus sombras. Personas que cuando cogen el «boli» y se enfrentan a la exigente hoja en blanco, ven que, ante su vista, se abre un inmenso abanico de posibilidades que usar para plasmar sentimientos; mientras que a otros sólo se les abren las puertas del Falla y ese es el único mundo que conocen.
Debes tener en cuenta, amigo Aldonzo, que la imaginación tiene los límites del conocimiento. No podemos imaginar nada que no conozcamos o no podamos nombrar con palabras. Un niño puede tener mucha imaginación y contar que ha visto un burro volando; pero conoce de antemano lo que es volar, lo que son alas y lo que es un burro; pero ¿podría imaginar un curri corpitando? ¡Claro que no! Porque no tiene conocimiento de qué es un curri ni de qué es corpitar. Así que cuanto menos conocimiento, menos imaginación; de la misma manera que alguien que durmiera veintitrés horas diarias y sólo estuviera una despierto, no podría contar vivencias de ningún tipo. Por eso los repertorios se repiten y giran una y otra vez sobre lo mismo; es una realimentación continua: lo que este año me ocurra, lo escribo para el año que viene; y como a la gente lo que más le gusta es una guerra aunque sea de coplas, pues el aplauso está asegurado; que ya hemos visto que el paraíso aplaude hasta cuando es insultado.
Yo estas cosas no debería decirlas porque no soy de aquí; y no debo meterme en cómo sean los gaditanos; pero sólo te las digo a ti que no eres chivato. Un abrazo de tu amigo Quirce.
Entiendo a los gaditanos que, cuando empieza a cantar una agrupación y ésta tiene un sonido raro o la música no les llega, pasan de escucharla. Pero los que por una razón o por otra no tenemos más remedio que comer sopas con honda y tragarnos todo lo escrito, descubrimos que entre la bisutería barata hay diminutos diamantes que, aunque en bruto, sirven para constatar que hay agrupaciones que no tienen por qué recurrir al meta-carnaval para gustar; que no hay que estar año tras año elaborando repertorios circunscritos al propio Concurso (las normas, los jurados, la Prensa, las entradas, la barra, el protocolo, las limpiadoras, Miguel Ángel, los puntos, la Radio, la Televisión, los porteros, los tramoyistas, los repertorios de los demás…) sino que están escritos con la mente abierta y demostrando que quienes los hacen tienen una vida que se desenvuelve más allá del 3×4, la bandurria y la parodia; una vida en la que hay trabajo, familia, paro, hipoteca, males, penas, amigos, momentos de felicidad…Además de Carnaval. Repertorios que demuestran que están elaborados por personas que giran al mismo tiempo que el mundo que las acoge y están, en mayor o menor medida, inmersos en sus avatares, sus luces y sus sombras. Personas que cuando cogen el «boli» y se enfrentan a la exigente hoja en blanco, ven que, ante su vista, se abre un inmenso abanico de posibilidades que usar para plasmar sentimientos; mientras que a otros sólo se les abren las puertas del Falla y ese es el único mundo que conocen.
Debes tener en cuenta, amigo Aldonzo, que la imaginación tiene los límites del conocimiento. No podemos imaginar nada que no conozcamos o no podamos nombrar con palabras. Un niño puede tener mucha imaginación y contar que ha visto un burro volando; pero conoce de antemano lo que es volar, lo que son alas y lo que es un burro; pero ¿podría imaginar un curri corpitando? ¡Claro que no! Porque no tiene conocimiento de qué es un curri ni de qué es corpitar. Así que cuanto menos conocimiento, menos imaginación; de la misma manera que alguien que durmiera veintitrés horas diarias y sólo estuviera una despierto, no podría contar vivencias de ningún tipo. Por eso los repertorios se repiten y giran una y otra vez sobre lo mismo; es una realimentación continua: lo que este año me ocurra, lo escribo para el año que viene; y como a la gente lo que más le gusta es una guerra aunque sea de coplas, pues el aplauso está asegurado; que ya hemos visto que el paraíso aplaude hasta cuando es insultado.
Yo estas cosas no debería decirlas porque no soy de aquí; y no debo meterme en cómo sean los gaditanos; pero sólo te las digo a ti que no eres chivato. Un abrazo de tu amigo Quirce.