La última comparsa de Tino Tovar
La pérdida de su madre impulsa al poeta a detener su tiempo en el Carnaval
Tic, tac, tic, tac. La manecilla marca el compás. La cadencia es constante, el ritmo no se altera y luce el contrapunto perfecto con los latidos revolucionados de la comparsa minutos antes de su estreno. El engranaje se dibuja sobre sus mejillas y sólo ahí se detiene; pero ya forma parte del pasado de un tiempo que se escapa entre las manos.
Las líneas de expresión se trazan sobre el semblante del poeta y son testigos de ese inexorable transcurrir. Tres décadas se acuestan sobre su espalda. De su pluma ha brotado una preciosa historia de boticarios, ángeles, aprendices, árboles, espíritus, marcianos, gadiritas y creadores. Una obra repleta de sensibilidad y pasión, en brazos siempre del Carnaval.
Y que hoy rubrica con la firma de su adiós. “Esta es la última comparsa de Tino Tovar”. La frase de su director José Otero impacta, conmociona, pues los sentimientos se aceleran, se zancadillean y se atropellan inquietos por encontrar una salida en forma de palabras que no existe. ¿Seguro? “Así es. El popurrí es su despedida”.
La inspiración sigue golpeando la puerta con sus nudillos, las musas no abandonan a Tino. Pero sí se marchaba esa persona que aparecía a su lado en esos duros instantes en los que la confianza mengua, las dudas arrecian y el abismo se presenta ante el poeta. El tiempo de su madre se ha detenido, y a su vez cambia el de su hijo, que decide culminar así esta historia. Tic, tac, tic, tac, tic…
“Fue un año complicado y es un premio llegar hasta aquí”
José Otero toma el control de esta peña del Mentidero. Ante la ausencia de Tino, impredecible en cuanto a sus tiempos, el director de la agrupación reflexiona sobre esta comparsa “que es muy especial”.
“El tiempo pasa volando y este año más que nunca. Han sido meses muy complicados y para nosotros es un premio haber llegado hasta aquí y como lo hemos hecho”. Es difícil expresar en pocas palabras todo ese sufrimiento. “Hay años que vienen las cosas menos rodadas. Hubo problemas personales, tanto de componentes como de Tino“, y se hizo el amago de abandonar. Por fortuna, la pasión ganó la batalla.
Destaca que Tic-tac, tic-tac “es una alegoría del tiempo y de cómo hay que tomárselo“, y elogia a un Tino que “está a flor de piel. Hubiera preferido lo contrario, haber estado más tranquilos” Pero no se elige.
Queda muy lejos ya ‘El ángel de Cádiz’, su última aparición, acogida con frialdad por el aficionado. “Fue una verdadera lástima porque la hicimos con muchísimo cariño, con respeto a ese personaje, pero si no cuaja no hay que buscarle más explicación”. Como ellos mismos afirman, “cuanto más tiempo llevamos, menos entendemos de Carnaval”.