La historia de La Eternidad, contada por Martínez Ares

‘La eternidad’ es quizás la obra más compleja de Antonio Martínez Ares a todos los niveles. La sobriedad de ‘Los cobardes’, con el negro como telón de fondo para que resaltara sólo la copla, se ha transmutado en una creación mucho más filosófica y simbólica para acompañar la poesía y una música alejada de la sencillez compositiva. El autor gaditano presenta a la figura de Caronte, el barquero de las almas, con un disfraz inspirado en retales de locura propia.

Quien mejor que el propio Ares para detallar esta propuesta en cuerpo y alma. “Una idea que tiene muchísimos años, que estaba en mi cabeza antes del parón. Después del camaleón, cuando se produce ‘la despedida tan amarga’, se queda una espiral muy bonita y es una manera mágica y entrañable de cerrarla”.

La experiencia vital rodea toda la creación. “Tiene un punto existencialista. A medida que vas cumpliendo años vas dejando amigos en el camino, seres queridos, familiares, uno se hace mayor… metes todos estos conceptos en una batidora, 

“El retrato clásico de Caronte es muy tétrico. Un señor anciano, decrépito y pestilente de estar todo el día en el pantano. Pero tenía una idea muy gaditana, de que aquellos que se marchan llegan al Cádiz del cielo, con un mensaje de esperanza. Y ese hombre que se acerca para cruzar el mar de la Tacita de Plata tenía que llevar color, alegría y luz, alejado de ese mito grecorromano”.

El sombrero

“Diseñado por Quattro Decoración. Un diseño con múltiples elementos. Es un sombrero de enterrador, alto, pero con un estilo marinero, como se observa en la forma de proa de un barco con el que termina. La pluma negra simboliza el aspecto fúnebre, al igual que las flores de difuntos. Ahí incorporamos el colorido, típico de ‘El día de los muertos’ que se celebra en México”.

Maquillaje

“Fantasía del Carnaval de finales de los 80 y principios de los 90. Se nota el espíritu de tribu, el lado uruguayo y también el mexicano, y es que allí este día de luto es festivo, nos llena de tristeza pero hay que buscar alegría. Mantenemos los ojos encendidos, en llamas, del Caronte original“.

Chorrera 

“Componente mortuario, de encaje, muy típico de los muertos, en azul”, color que predomina en el personaje.

 

Levita

“En la parte delantera, la solapa, están los óbolos, el pago que le han hecho al personaje. Monedas, botones, un trocito de yerbabuena en homenaje a María. Las monedas están trucadas para que siempre salga cruz y te quedes en Cádiz. Y los anillos añaden un punto barroco, siendo otras reliquias en pago por el viaje”.

Las cuentas:

Simbolizan los días, al igual que los rosarios. Este es el detalle religioso. También van ataviados de cadenas, con las promesas que el barquero se va llevando de los demás. Se utiliza la simbología de los días, eternos, infinitos. Usamos el símbolo del infinito como un antifaz por su semejanza”

Pantalón

“Color verde tierra, de la esperanza, como Pachamama (diosa totémica de los Incas representada por el planeta Tierra). Casi no llega al zapato. Y un fajín destrozadísimo por el paso del tiempo con otra cadena”

Zapatos: 

 Rojo sangre, bordados, muy al estilo Tim Burton. Un estilo francés, dieciochesco, de la época de Luis XV”.

El disfraz es obra de la escuela Vernal, de María Vernal y sus alumnas. El decorado y sombrero es trabajo de Quattro Decoraciones, si bien el arreglo floral es de ‘Quesenote’. El maquillaje lo lleva a cabo Camerino56, y los rosarios son de Pedro M. Sánchez y Carmen del Valle. El boceto de Caronte llegando a la Tacita del cielo es de Eva de la Rimada.