Ingenio de última hora para llenar las aceras de coplas
La chirigota de las Niñas -mataharis de las coplas de la calle- no tienen aún ni el tipo con el que se presentarán ante su legión de admiradores cuando termine el Concurso y el carnaval se suelte la melena sobre las aceras. «Sabemos que salimos, pero no sabemos aún de qué», dice Alejandra López Segovia. Entre las Chirigóticas -que llevan el Carnaval a los escenarios de Madrid- hay quinielas sobre el tipo. Sin embargo, el que probablemente se lleve la palma sea Hoy no me puedo levantar. El musical. «Iríamos de maris tiradas en el sofá con la bata, el prozac y el orfidal», dice López Segovia, que asegura que tienen «algunos cuplés» y que «a unas malas», saldrían sin popurrí. La chirigótica es consciente de que en la calle hay «cada vez más público que es cada vez más exigente», un fenómeno al que las agrupaciones responden con un repertorio «más currado». «Antes todo era más canalla, daba igual todo y ahora es algo más solemne. Hay veces que te encuentras frente a un grupo de gente ¿Y nadie tiene ni una copita en la mano! A veces me imponen», reconoce.
Manolo Padilla conoció de primera mano el nacimiento de las chirigotas en la calle. «Recuerdo cuando teníamos que parar a la gente para cantarle y teníamos que ir de peña en peña», dice el ex de Los Fantasmas -entre decenas de agrupaciones memorables- y miembro del curioso grupo de los ciudadanos de Guatifó. Veinte años después de aquello, una masa de cientos de devotos les sigue kilómetros para escucharles. El año pasado fueron Los Diplomáticos de la República de Guatifó y este La G.I.A., una versión de la agencia de Kissinger, a su manera: la Guatifó International Agency. Padilla y los suyos tampoco siguen el estudiado planning de las agrupaciones del Falla. «Vamos bien, estamos empezando a ensayar».
Salvador Fernández Miró ha apurado el tiempo hasta las últimas. Fue más que posible que este año no sacase a la calle su romancero, aunque a última hora se ha confirmado que será el hombre de La máquina del tiempo.
Está en las mismas la agrupación en la que sale Raúl Calvo -antes Silencio por fagot, antes Las flores-, que tienen «el repertorio a la mitad» y ni siquiera un título, como de costumbre. «Generalmente el título se lo ponemos lo último, justo antes de mandar a imprenta el libreto», dice. Sí que tienen claro el tipo: «vamos de cortesanas francesas, a retratar si n ningún rigor histórico aquel ambiente de María Antonieta, con mujeres muy zorras, muy listas y resabiadas», dice el componente, que espera no encasillarse con el personaje.
Con sus cinco miembros, se han convertido en una de las chirigotas de referencia y Calvo admite que «la calle está pasando por un momento muy bueno», debido en parte a «la diversidad de estilos de las agrupaciones. Cada una tiene un sello propio», dice.
Una de ellas es la conocida por algunos como la chirigota de Chiclana. De allí vienen los componentes de Los detectives privaos, con música y letra de Miguel Ángel García Argüez, que describe el tipo «como de sobrinos de Colombo echaítos a perder». Por supuesto, están comenzando a ensayar con «el 80% del repertorio escrito y sólo el 20 aprendido». Queda un mes.
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