Igual que en una plaza de tercera

Quizás por que al Gallinero le cogió todavía desperezándose, la primera sesión del concurso en el Falla adoleció de ese sentido crítico con que el auditorio siempre ha sabido castigar a aquellas dudosas agrupaciones que en su mayoría llegan de más allá del Puente Carranza, aunque también en Cádiz hay deshonrosas excepciones.
Sólo por ese letargo después de la hibernación se puede explicar cómo en un debut descafeinado como el del viernes, a las primeras de cambio cierta parte del patio de butacas despidiera sin reparos en pie la actuación de alguna agrupación que no pasará ni de lejos de la ronda de clasificatorias.
Si el Gran Teatro presume de ser cuna del ingenio a uno y otro lados del foso tampoco se puede permitir los gritos de alguna madre cegada por la discutible guapura de su hijo, ni unas palmas de ánimo que más recuerdan a los tiempos de aquellas corridas de Jesulín sólo para féminas y con lluvias de sujetadores que a un reducto de la ironía.
En fin, sólo cabe confiar en que con los días no sólo aumente el nivel de las agrupaciones, sino también el de un auditorio que a veces parece que también debería pasar sus correspondientes preliminares antes de entrar por la puerta.