El rey de la calle

Es incuestionable que las agrupaciones punteras del Carnaval, a priori, son las que suelen crear las mayores expectativas durante todo el concurso, ya que, lógicamente, son las más esperadas cada año,  sean éstas de la modalidad que sean. Pero sin duda, las reinas del concurso suelen ser las chirigotas,  que además de atraer a muchos admiradores más allá de nuestras fronteras son las que consiguen hacer disfrutar en mayor o en menor medida a los aficionados, dependiendo obviamente de la calidad que atesoren cada año. 
Asimismo, las comparsas, que son las que suelen encender las mayores pasiones también se sienten dentro del teatro en su propio terreno, inmersas en su salsa y zambullidas de pleno en un barrizal de emociones y excitaciones que no pueden encontrar en otro ámbito. Respeto a los cuartetos, su dependencia al teatro se antoja aún mayor, ya que fuera de éste se encuentran huérfanos de  un proscenio imprescindible para poder escenificar sus obras. Por último, el coro es el que menor identificado suele estar con las tablas del Falla, todos recordamos las desbandadas al ambigú cuando se anunciaba la aparición de alguno de ellos en el escenario y aunque afortunadamente esta circunstancia ya no se suele darse tanto como antes, no es menos cierto que aún sigue habiendo gente remolona a la hora de ver al coro en escena.
 Ahora bien, una vez concluido el concurso, el coro, más genuino y gaditano que nadie, se convierte en el auténtico protagonista de la misma y ahí, ni el mejor de los contraltos puede llegar a hacerle sombra.
Un protagonismo que se ha ganado a pulso año tras año dando  sentido al Carnaval gracias a su tesón y a la constancia de cantar por y para el pueblo. Hasta los más asiduos a la barra del Falla suelen ir detrás de sus carrozas durante los días de Carnaval, sencillamente porque el coro es y siempre será,  irrefutablemente el rey de la calle