El récord del que puede presumir Ángel Subiela
Ángel Subiela Gómez representa a un personaje que se va extinguiendo en este Carnaval de Cádiz. La fiesta consagra a los autores, a los copleros, a los maestros, desde el Tío de la Tiza, Cañamaque, Fletilla, Paco Alba y Villegas a Selu, Martín, Aragón y Martínez Ares. Reconocimiento perpetuo y merecido, que ahora (y antes también) comparten con esas voces a las que suena esta tradición.
Pero es de vital importancia para cualquier grupo la figura de ese director que ejerce de todo, el hombre de confianza del poeta y el apoyo de todos los componentes del grupo. Esa persona que aporta ideas para el tipo, los pasodobles y los cuplés, ayuda en la afinación, organiza los ensayos, recluta a los integrantes y permite que el autor ‘sólo’ tenga que dedicarse escribir y componer.
Todo eso y mucho más significa Ángel Subiela, un carnavalero que sin haber escrito una sola letra y no saber ni tocar la guitarra, “y sin cantar bien” como él apunta, tiene en su haber siete primeros premios en la modalidad de comparsa.
Además, posee un récord del que puede presumir pues nadie lo ha conseguido en el Concurso de Carnaval del Gran Teatro Falla: ha sido campeón hasta con cuatro autores diferentes. “Es un auténtico logro”, confiesa Subiela. “No sé si es por azar, por estar en el momento oportuno, o quizás porque yo tengo algo que ver”.
Fue durante una década el rostro de la comparsa de Antonio Martínez Ares, logrando el primer premio con ‘Los miserables’, ‘La ventolera’, ‘La trinchera’ y ‘Los piratas’. Animó a Juan Carlos Aragón para que diera el salto a la modalidad y recuperó el trono con ‘Los ángeles caídos’. Dio un nuevo aire a Tino Tovar en un cambio de ciclo y se mereció los honores con ‘El espíritu de Cádiz’. Y en su primer año con Antonio Martín volvió a tocar el cielo con ‘La comparsa del genio’.
“Yo me involucro al 100%. Casi todos los autores me han escuchado en las ideas, tipo, letras, nombre de la agrupación. Unas veces más que otras. Dejo que cada poeta trabaje aunque suelo dar el visto bueno; la última palabra la tengo yo porque me he ganado esa confianza“.
No se arroga el primer premio de ‘Los duendes coloraos’ de los hermanos Carapapa, y es que salió un mes antes de la puesta en escena de esta comparsa. “Al César lo que es del César. Aunque creo que lo merecimos antes con ‘La cuadrilla’ y ‘Los muñecos de Cádiz'”.
Subiela se ríe al reconocer que “nunca he hecho una letra. Aconsejo, pero el mérito es del letrista. Y no sé de música ni he cogido una guitarra, pero sé cuando un punteado está bien hecho. Es más por veteranía que por otra cosa. Recuerdo que un autor dijo que si yo supiera escribir no me ganaba nadie“, bromea.
Admite que “este grupo que empezó con Martínez Ares creó un estilo, una forma de cantar. Con las voces más sonadas de Chupa, Fernandi y Carli, y pese a haber cambios se mantiene el timbre”. Ahora presta su sapiencia para marcar un nuevo hito y ganar con otros autores diferentes: Manuel Sánchez Alba ‘Noly’ y José Manuel Aranda en la música y Miguen Ángel García Argüez ‘El Chapa’ como letrista. Mientras, se atreve a definir a los cuatro autores con los que ha conquistado el Teatro Falla.
Antonio Martínez Ares: El mejor. Es donde yo he mamado, me he surtido, y el que me ha dado saber concursar. Todo lo bueno y lo malo lo he vivido junto a él durante 17 años. Nos pudo la presión de que todos los años teníamos que dar un pelotazo, yo estaba en medio como un equilibrista, pero sería de desagradecido decir algo malo de Antonio.
Juan Carlos Aragón: Un auténtico genio. Hace la comparsa que él quiere, con mucha personalidad, sin importarle lo que luego vayan a decir, y eso me encanta. Un tío valiente donde los haya y que dice las cosas como las siente y las piensa.
Tino Tovar: Un autor redondo, completo. Un pedazo de compositor y de persona. Es mi debilidad. Gloria bendita es todo lo que hace, lo considero un gran amigo.
Antonio Martín: Es Carnaval por todos los poros de la piel. No se merece un busto, ni una calle, sino un pueblo entero que se llame Antonio Martín. Es una máquina de pensar, de ganar, de darle fuerza al grupo, y por eso se ha impuesto a muchísimos autores y en diferentes momentos.